segunda-feira, 26 de abril de 2010

ÉXITO DEL PRIMER CONGRESO “SUMMORUM PONTIFICUM” DE MADRID




Tal y como estaba anunciado hoy se celebró en Madrid, con notable éxito de organización, el Primer Congreso Litúrgico sobre el Motu Proprio, “Summorum Pontificum”, en honor del Santo Padre Benedicto XVI, coincidiendo con el quinto aniversario del inicio del ejercicio de su ministerio petrino, organizado por el Instituto de Cristo Rey Sumo Sacerdote. Su superior para España, el canónigo Raúl Olazábal, dio lectura a una carta de salutación y felicitación por la iniciativa, enviada desde Roma por el cardenal Cañizares, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

A lo largo de la mañana se desarrollaron las brillantes ponencias de monseñor Ferrer, monseñor Nicola Bux (ambos en la fotografía junto al canónigo Olazábal), y el P. Díaz Patri, de las que daremos más detalles en nuevas entregas.

Las sesiones concluyeron con la celebración de una solemne Misa cantada, con arreglo al Usus Antiquior, en la que actuó como celebrante el P. Olazábal, como diácono el P. Fréderic Goupil, y como subdiácono el P. Díaz Patri.

A destacar la notable presencia de clérigos y laicos asistentes al encuentro, entre los que no faltó, tanto de unos como de otros, una adecuada representación del Principado de Asturias.

MÁS SOBRE EL CONGRESO DE MADRID

Fuente: Hoc Signo

segunda-feira, 19 de abril de 2010

V ANIVERSÁRIO DA ELEIÇÃO DO SUMO PONTÍFICE BENTO XVI



AD MULTOS GLORIOSQUE ANNOS,
SANCTE PATER!


"Precisamente assim Ele se revela como o verdadeiro pastor: "Eu sou o bom pastor... Ofereço a minha vida pelas minhas ovelhas", diz Jesus de si mesmo (cf. Jo 10, 14 s). Não é o poder que redime, mas o amor! Este é o sinal de Deus: Ele mesmo é amor. Quantas vezes nós desejaríamos que Deus se mostrasse mais forte. Que atingisse duramente, vencesse o mal e criasse um mundo melhor. Todas as ideologias do poder se justificam assim, justificando a destruição daquilo que se opõe ao progresso e à libertação da humanidade. Nós sofremos pela paciência de Deus. E de igual modo todos temos necessidade da sua plenitude. O Deus, que se tornou cordeiro, diz-nos que o mundo é salvo pelo Crucificado e não por quem crucifica. O mundo é redimido pela plenitude de Deus e destruído pela impaciência dos homens".

"Uma das características fundamentais deve ser a de amar os homens que lhe foram confiados, assim como ama Cristo, a cujo serviço se encontra. "Apascenta as minhas ovelhas", diz Cristo a Pedro, e a mim, neste momento. Apascentar significa amar, e amar quer dizer também estar prontos para sofrer. Amar significa: dar às ovelhas o verdadeiro bem, o alimento da verdade de Deus, da palavra de Deus, o alimento da sua presença, que ele nos oferece no Santíssimo Sacramento. Queridos amigos neste momento eu posso dizer apenas: rezai por mim, para que eu aprenda cada vez mais a amar o Senhor. Rezai por mim, para que eu aprenda a amar cada vez mais o seu rebanho vós, a Santa Igreja, cada um de vós singularmente e todos vós juntos. Rezai por mim, para que eu não fuja, por receio, diante dos lobos. Rezai uns pelos outros, para que o Senhor nos guie e nós aprendamos a guiar-nos uns aos outros".



sexta-feira, 16 de abril de 2010

SEGUNDO DOMINGO DEPOIS DA PÁSCOA


PARABÉNS SANTO PADRE!




AD MULTOS ANNOS, SANCTE PATER!

℣. Oremus pro Pontifice nostro Benedicto.
℟. Dominus conservet eum, et vivificet eum, et beatum faciat eum in terra, et non tradat eum in animam inimicorum eius.

℣. Tu es Petrus,
℟. Et super hanc petram aedificabo Ecclesiam meam.

Oremus. Deus, omnium fidelium pastor et rector, famulum tuum Benedictum, quem pastorem Ecclesiae tuae praeesse voluisti, propitius respice: da ei, quaesumus, verbo et exemplo, quibus praeest, proficere: ut ad vitam, una cum grege sibi credito, perveniat sempiternam. Per Christum, Dominum nostrum. Amen.

Pater Noster, Ave Maria et Gloria Patri pro Summi Pontificis intentionibus

domingo, 11 de abril de 2010

El Tabernáculo en el centro



Monseñor Daniel R. Jenny, Obispo de Peoria (USA), ha determinado que, en un plazo de cinco años, el Tabernáculo deberá estar en el centro de todas las parroquias y capillas de la diócesis. Presentamos la traducción de la carta y las directivas.


1º de abril de 2010
Jueves Santo


Queridos sacerdotes, diáconos, religiosos y fieles de la diócesis de Peoria,

La Misa, por supuesto, es nuestro acto de culto más importante – la misma fuente y cumbre de todo lo que hacemos como Iglesia. Una profunda reverencia hacia el Sacramento reservado está intrínsecamente relacionada con la Liturgia Eucarística.

El Sacramento reservado debe, por lo tanto, ser tratado con el mayor respeto posible porque, en todo tiempo, al Santísimo Sacramento en el Tabernáculo, como en la Liturgia Eucarística, se le debe dar el culto llamado “latría”, que es la adoración dada al Dios Todopoderoso. Este deliberado honor es incomparablemente mayor que la reverencia que damos a los sacramentales, las imágenes sagradas, el baptisterio, los Santos Óleos, o el Cirio pascual. El Sacramento es reservado no sólo para que la Eucaristía pueda ser llevada a los moribundos o a los que no pueden asistir a Misa sino también como el corazón y el lugar de la oración y devoción de una parroquia.

En nuestra tradición católica tenemos un número de ritos con los que rodeamos el Tabernáculo. Cuando entramos o salimos de la Iglesia nos signamos con agua bendita, hacemos genuflexión hacia el Tabernáculo, nos preparamos para la Misa o damos gracias después de la Misa, concientemente en la presencia del Santísimo Sacramento. En las oraciones y devociones, durante la Liturgia de las Horas, en cualquier oración privada que tiene lugar en una Iglesia católica, oramos verdaderamente ante Cristo Resucitado sustancial y realmente presente en el Sacramento reservado en el Tabernáculo.

Estas convicciones católicas centrales y sus ramificaciones arquitectónicas han sido recientemente afirmadas por muchos obispos en los Estados Unidos. Como obispo de esta diócesis, estoy también convencido que el lugar donde ubicamos el Tabernáculo – y nuestra reverencia ritual hacia el Sacramento reservado – es tan importante para la continua catequesis eucarística como lo es toda nuestra predicación y enseñanza. Con Jesús verdaderamente Presente en el Santísimo Sacramento en el centro físico de nuestros lugares de culto, ¿cómo no va Él a transformarse más firmemente en el centro de nuestra vida espiritual?

Después de consultar con mi consejo presbiteral, pido, por tanto, que en aquellas pocas iglesias parroquiales y capillas donde el Tabernáculo no está en el centro en la parte posterior del santuario, que estos espacios sean rediseñados de tal forma que el Sacramento reservado quede ubicado en el centro. En algunos casos, este cambio puede ser fácilmente logrado, pero dadas las limitaciones financieras y de diseño, los planes para el rediseño pueden ser enviados a la oficina de Culto Divino en cualquier momento de los próximos cinco años. Las comunidades monásticas cuyas capillas están abiertas a los fieles como oratorios semipúblicos pueden también pedir una dispensa de esta regulación general según las normas de su tradición litúrgica particular. Pueden existir también capillas muy pequeñas en las que el cambio podría ser imposible. Estos pedidos deberán ser enviados por escrito a mi oficina.

Quisiera recordar a todos en nuestra diócesis que en la Misa, en conformidad con la Instrucción General del Misal Romano, el Tabernáculo debe ser reverenciado sólo al comienzo y al final de la liturgia, o cuando el Sacramento es tomado de o llevado nuevamente al Tabernáculo. En todos los demás momentos de la liturgia ha de reverenciarse al Altar del Sacrificio.

Es mi convicción que la Liturgia Eucarística y la devoción eucarística no están nunca en competición la una con la otra, sino que informan y fortalecen nuestro culto y reverencia. Que todos en nuestra diócesis crecamos en un mayor amor y aprecio por el don de la Eucaristía.


Sinceramente en Cristo,

Rev. Daniel R. Jenky, C.S.C.
OBISPO DE PEORIA

quinta-feira, 8 de abril de 2010

SANTA MISSA DE DOMINGO IN ALBIS


Santa Missa na
Forma Extraordinária do Rito Romano
ou
Rito Gregoriano

Domingo in Albis

11 de Abril de 2010
às 10h30min

PARÓQUIA SÃO JOÃO BATISTA DO TAUAPE
Rua Capitão Gustavo, 3940
Fortaleza - CE - Brasil


Música

Partes Fixas
Canto Polifônico

Madrigal de Fortaleza
Missa solemnis in honorem Sancti Michaelis Archangeli
quattuor voces inaequales, organo et
instrumentis concinentibus
Compositor: Georgius Braun

Próprio
Canto Gregoriano

Schola Cantorum Cor Mariae Immaculatum

quarta-feira, 7 de abril de 2010

La pasión del Papa Benedicto. Seis acusaciones, una pregunta

La pedofilia es solamente la última de las armas apuntadas contra Joseph Ratzinger. Y cada vez él es atacado donde más ejercita su rol de guía. Uno por uno, los puntos críticos de este pontificado

por Sandro Magister


ROMA, 7 de abril de 2010 – El ataque que golpea al Papa Joseph Ratzinger con el arma del escándalo, ofrecido por sacerdotes de su Iglesia, es una constante de este pontificado.

Es una constante porque una y otra vez, en un terreno diferente, se golpea en Benedicto XVI justamente al hombre que ha obrado y obra, en ese mismo terreno, con más clarividencia, con más determinación y con más fruto.

*

La tempestad que siguió a su exposición en Ratisbona, el 12 de diciembre de 2006, ha sido la primera de la serie. Se acusó a Benedicto XVI de ser enemigo del Islam y un partidario incendiario del desencuentro entre las civilizaciones. Justamente a él que con una lucidez y un coraje único había desvelado donde se fundamenta la raíz última de la violencia, en una idea de Dios mutilada por la racionalidad, y luego había dicho también cómo vencerla.

Las agresiones e inclusive los asesinatos que siguieron a sus palabras confirmaron dolorosamente la probidad de sus palabras. Pero que él había dado en el blanco ha sido confirmado sobre todo por los pasos de diálogo entre la Iglesia Católica y el Islam que se registraron a continuación – no contra, sino gracias a la exposición de Ratisbona –, de los cuales la carta al Papa de 138 sabios musulmanes y la visita a la Mezquita Azul de Estambul han sido los signos más evidentes y prometedores.

Con Benedicto XVI, el diálogo entre el cristianismo y el Islam, al igual que con las otras religiones, avanza hoy con una conciencia más nítida sobre lo que distingue - la fuerza de la fe - y sobre lo que puede unir - la ley natural escrita por Dios en el corazón de cada hombre.

*

Una segunda oleada de acusaciones contra el Papa Benedicto lo presenta como un enemigo de la razón moderna, y en particular de su suprema expresión: la ciencia. La cima de esta campaña hostil fue alcanzada en enero de 2008, cuando los profesores obligaron al Papa a cancelar una visita a la principal universidad de su diócesis: la Universidad de Roma "La Sapienza".

Sin embargo – como antes en Ratisbona y luego en París, en el Collège des Bernardins el 12 de setiembre de 2008 – el discurso que el Papa intentó dirigir a la Universidad de Roma era una formidable defensa del nexo indisoluble entre fe y razón, entre verdad y libertad: "No vengo a imponer la fe, sino a alentar la valentía por la verdad".

La paradoja es que Benedicto XV es un gran "iluminista" en una época en la que la verdad tiene pocos defensores y la duda hace de patrón de ella, hasta pretender quitarle la palabra.

*

Una tercera acusación arrojada sistemáticamente contra Benedicto XVI es la de ser un tradicionalista replegado en el pasado, enemigo de las novedades aportadas por el Concilio Vaticano II.

Su discurso a la curia romana, el 22 de diciembre de 2005, sobre la interpretación del Concilio y luego, en el 2007, la liberalización del rito antiguo de la Misa serían las pruebas con las que cuentan sus acusadores.

En realidad, la Tradición a la que Benedicto XVI es fiel es la de la gran historia de la Iglesia, desde los orígenes hasta hoy, lo cual no tiene nada que ver con una formalista adhesión al pasado. En el citado discurso a la curia, para ejemplificar la "reforma en la continuidad" representada por el Vaticano II, el Papa ha planteado la cuestión de la libertad religiosa. Para afirmarla en modo pleno – ha explicado – el Concilio ha debido retornar a los orígenes de la Iglesia, a los primeros mártires, a ese "patrimonio profundo" de la Tradición cristiana que se había extraviado en los siglos más recientes y que ha sido reencontrada también gracias a la crítica de la razón iluminista.

En cuanto a la liturgia, si hay un auténtico continuador del gran movimiento litúrgico que floreció en la Iglesia entre el siglo XIX y el siglo XX, desde Prosper Guéranger a Romano Guardini, éste es precisamente Ratzinger.

*

Un cuarto terreno de ataque es contiguo al anterior. Se acusa a Benedicto XVI de haber ahondado el ecumenismo, de anteponer el abrazo con los lefebvrianos al diálogo con las otras confesiones cristianas.

Pero los hechos dicen lo contrario. Desde el momento que Ratzinger es Papa, el camino de reconciliación con las Iglesias de Oriente ha dado pasos extraordinarios hacia adelante, tanto con las Iglesias bizantinas que tienen como cabeza al patriarcado ecuménico de Constantinopla, como – es la novedad más sorprendente – con el patriarcado de Moscú.

Y si ha acontecido esto, es precisamente por la reavivada fidelidad a la gran Tradición – comenzando por la del primer milenio – que distingue a este Papa, más del alma de las Iglesias de Oriente.

Sobre la vertiente de Occidente, es también el amor de la Tradición lo que impulsa a personas y grupos de la Comunión Anglicana a solicitar el ingreso a la Iglesia de Roma.

Respecto a los lefebvrianos, lo que obstaculiza su reingreso a la Iglesia es justamente su estar atados a formas pasadas de Iglesia y de doctrina erróneamente identificadas con la Tradición perenne. La revocación de la excomunión a sus cuatro obispos, en enero de 2009, no ha modificado en nada el estado de cisma en el cual ellos permanecen, de la misma manera que la revocación en 1964 de las excomuniones entre Roma y Constantinopla no ha sanado el cisma entre Oriente y Occidente, pero ha posibilitado un diálogo que culmina en la unidad.

*

Entre los cuatro obispos lefebvristas a los que Benedicto XVI ha revocado la excomunión estaba el inglés Richard Williamson, antisemita y negador del Shoah [Holocausto]. En el rito antiguo permitido, hay una oración para que los judíos "reconozcan a Jesucristo salvador de todos los hombres".

Estos y otros hechos han contribuido a alimentar una persistente protesta del mundo judío contra el actual Papa, con notables aristas de radicalidad. Y un quinto terreno de acusación.

La última arma de esta protesta ha sido un pasaje del sermón pronunciado en la basílica de San Pedro, el Viernes Santo en presencia del Papa, por el predicador de la casa pontificia, el padre Raniero Cantalamessa. El pasaje cuestionado era una cita de una carta escrita por un judío, pero no obstante esto la polémica se ha orientado exclusivamente contra el Papa.

Ahora bien, nada es más contradictorio que acusar a Benedicto XVI de enemistad con los judíos.

Porque ningún otro Papa, antes que él, se ha esforzado tanto en avanzar para definir una visión positiva del vínculo entre cristianismo y judaísmo, quedando en pie la división capital sobre el reconocimiento o no de Jesús como Hijo de Dios. En el primer tomo de su "Jesús de Nazaret", publicado en el 2007 – y próximo a ser completado por el segundo tomo –, Benedicto XVI ha redactado a propósito de ello páginas luminosas, en diálogo con un rabino americano que todavía vive.

Y numerosos judíos ven efectivamente en Ratzinger a un amigo. Pero en los medios de comunicación internacionales hay otra cosa. Allí está casi solitario el "fuego amigo" que resuena estruendosamente, por parte de judíos que golpean al Papa que más los comprende y los ama.

*

Por último, una sexta pieza acusatoria – actualísima – contra Ratzinger es de haber "encubierto" el escándalo de los sacerdotes que han abusado sexualmente de niños.

También aquí la acusación atropella justamente al hombre que ha hecho más que nadie, en la jerarquía de la Iglesia, para sanar este escándalo.

Con efectos positivos que aquí y allá ya se pueden mensurar. En particular en Estados Unidos, donde la incidencia del fenómeno entre el clero católico ha disminuido netamente en los últimos años.

Pero allí donde, como en Irlanda, la llaga está todavía abierta, siempre ha sido Benedicto XVI quien impuso a la Iglesia de ese país ponerse en estado penitencial, a lo largo de un severo camino trazado por él en una carta pastoral del 19 de marzo pasado que no tiene precedentes.

De hecho, la campaña internacional contra la pedofilia tiene hoy un único y verdadero blanco: el Papa. Los casos descubiertos del pasado son en cada momento los que se calcula pueden ser utilizados en contra de él, tanto cuando era arzobispo de Munich, como cuando era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, más el apéndice de Ratisbona, durante los años en que el hermano del Papa, Georg, dirigía el coro de niños de la catedral.

*

Los seis campos de acusación contra Benedicto XVI, hasta aquí mencionados, plantean una pregunta.

¿Por qué este Papa es atacado de este modo, desde afuera de la Iglesia pero también desde adentro, a pesar de su evidente inocencia respecto a las acusaciones?

Un principio de respuesta es que él es atacado sistemáticamente precisamente por lo que hace, por lo que dice, por lo que es.

Traducción en español de José Arturo Quarracino, Buenos Aires, Argentina.

Fuente: chiesa

terça-feira, 6 de abril de 2010

L'"Appello alla verità" degli intellettuali francesi in difesa di Benedetto XVI: Contro un'ostilità che si alimenta di ignoranza (Patrice de Plunkett)



L'"Appello alla verità" degli intellettuali francesi in difesa di Benedetto XVI

Contro un'ostilità che si alimenta di ignoranza

di Patrice de Plunkett

Lanciato il 31 marzo a Parigi e a Lione, l'"Appello dei cristiani alla verità" (lo si trova sul sito http://www.appelaverite.fr/ ed è stato pubblicato anche da "L'Osservatore Romano" sabato 3 aprile) riunisce attualmente in Francia migliaia di firme, spesso di personaggi famosi. Questo appello si dichiara "solidale con le vittime dei sacerdoti pedofili", ma anche "solidale con la Chiesa cattolica": una solidarietà che contrasta con il clima attuale.

All'origine dell'appello, un piccolo gruppo difficilmente classificabile: scrittori, giornalisti, blogger (fra i quali una umorista, un avvocato e un filosofo) che si sono riuniti per improvvisare - nell'urgenza del momento - un gesto cristiano dinanzi alla dilagante campagna di opinione. Tale campagna era in effetti oltranzista: lo scandalo dei sacerdoti pedofili era atroce, ma non giustificava questo coro dei più importanti media occidentali contro Papa Benedetto XVI e la sua Chiesa.

"Il crollo del cattolicesimo", ha titolato un quotidiano tedesco. "Boicottiamo la messa", ha titolato un quotidiano americano; questa protesta ha superato di gran lunga l'oggetto (la pedofilia), rivelando un'ostilità di principio verso il Pontificato, o meglio verso il persistere di una Chiesa cattolica nel XXI secolo. Ostilità che si è espressa attraverso la violenza sconcertante di articoli e di caricature, pubblicati da giornali seri che hanno assunto per l'occasione un tono da libello anticattolico. Il messaggio subliminale era insistente: "Se alcuni sacerdoti agiscono male, è perché sono sacerdoti".

Questa campagna ha aggiunto conclusioni ingiuriose a "informazioni" parziali o falsate. E si è rifiutata d'indagare per completare le "informazioni": reticenza appurata a Parigi riguardo al caso Murphy, quando alcuni quotidiani hanno passato sotto silenzio gli elementi forniti dal Vaticano e rivelazioni provenienti dagli Stati Uniti. Un'altra prova di tale reticenza è stata data quando un importante media parigino si è rifiutato di pubblicare l'"Appello alla verità", perché - ha dichiarato il caposervizio - "non sono d'accordo con l'orientamento di questo testo": esempio di quell'atteggiamento che questo appello intende precisamente denunciare.

È per richiamare i media alla deontologia professionale del giornalista che è stato lanciato l'"Appello alla verità", fra i cui firmatari ci sono diversi professionisti dell'informazione. I cattolici francesi non vogliono che si parli al posto loro. Sono i primi a percepire la gravità della crisi dei sacerdoti pedofili, ma, contrariamente a quanto ripetono i mass media, questa crisi non viene "dalla concezione cattolica del sacerdozio". Da dove viene allora? Bisogna sapere tutta la verità.

Appena lanciato, l'appello ha suscitato grande adesione attorno a una prima lista di ottanta firmatari, che riuniva docenti universitari - fra i quali uno dei membri più recenti dell'Académie française - deputati e senatori, psicoanalisti, sessuologi, imprenditori, scrittori, editori, celebrità del mondo dello spettacolo. Questo raggruppamento va da destra a sinistra, consenso che si ottiene molto raramente in Francia. Ortodossi, evangelici e luterani affiancano qui i cattolici. Fra i firmatari molti provengono da correnti e giornali cattolici considerati antagonisti; la loro inedita coabitazione è un segno dei tempi.

Cosa mostra questo segno? Una presa di coscienza. In effetti, l'aggressione contro il Papa è condotta dal sistema dei grandi media occidentali: potenza dominante e commerciale, che nessuno crede mossa dalla compassione, e che prosegue contro Benedetto XVI una lotta cominciata contro Giovanni Paolo II negli anni Novanta. Allora si trattava di combattere la Chiesa cattolica in quanto istituzione universale resistente al "materialismo mercantile" (espressione di Papa Wojtyla). Sarebbe da ingenui credere che questa azione sia cessata e che non abbia un ruolo nel 2010 nella campagna contro Papa Ratzinger.

Tale campagna punta sulla scarsa conoscenza del cattolicesimo, condivisa oggi dai tre quarti della società occidentale. Grandi sono dunque i rischi di malintesi per la Chiesa, che deve fare comprendere più chiaramente ciò che è e ciò che fa, vale a dire adattare meglio il suo approccio alla scarsa conoscenza generale. Questo fa parte dei cambiamenti dei quali la crisi attuale sta facendo comprendere la necessità: una necessità di cui i firmatari dell'appello francese sono a loro volta consapevoli e di fronte alla quale sottolineano la loro "fiducia nel Magistero".

©L'Osservatore Romano - 6-7 aprile 2010

sexta-feira, 2 de abril de 2010

"O recurso ao estereótipo, a passagem da responsabilidade pessoal para a coletividade me lembram os aspectos mais vergonhosos do anti-semitismo"



CIDADE DO VATICANO, sexta-feira, 2 de abril de 2010 (ZENIT.org).- Apresentamos a seguir a pregação que o padre Raniero Cantalamessa dirigiu nesta Sexta-feira Santa, na celebração da Paixão do Senhor presidida pelo Papa, na Basílica de São Pedro.

P. Raniero Cantalamessa, ofmcap


“TEMOS UM GRANDE SUMO SACERDOTE”

Pregação da Sexta-Feira Santa 2010 na Basílica de S. Pedro



“Temos um grande Sumo Sacerdote que atravessou os céus, Jesus, o Filho de Deus”: assim se inicia o trecho da Carta aos Hebreus que ouvimos na segunda leitura. No ano sacerdotal, a liturgia da Sexta-feira Santa nos convida a percorrer a origem histórica do sacerdócio cristão.

Esta é a fonte de ambas realizações do sacerdócio: aquela ministerial, dos bispos e presbíteros, e aquela universal, de todos os fiéis. Também esta, de fato, está fundamentada no sacrifício de Cristo que, como diz o Apocalipse, “nos ama, que nos lavou de nossos pecados no seu sangue e que fez de nós um reino de sacerdotes para Deus e seu Pai” (Ap 1, 5-6).

É de vital importância, portanto, compreender a natureza do sacrifício e do sacerdócio de Cristo, pois é neles que sacerdotes e leigos, embora de maneiras diferentes, devem se inspirar e buscar viver suas exigências.

A Carta aos Hebreus explica no que consiste a novidade e o caráter único do sacerdócio de Cristo, não apenas com relação ao sacerdócio da antiga aliança, mas também, como nos ensina a história das religiões, com relação a toda instituição sacerdotal, inclusive fora da Bíblia. “Cristo, sumo sacerdote dos bens vindouros [...] adentrou de uma vez por todas no santuário, não com o sangue de carneiros ou novilhos, mas com seu próprio sangue”. Desse modo, adquiriu para nós a redenção eterna. “Pois se o sangue de carneiros e de touros e a cinza de uma vaca, com que se aspergem os impuros, santificam e purificam pelo menos os corpos, quanto mais o sangue de Cristo, que pelo Espírito eterno se ofereceu como vítima sem mácula a Deus, purificará a nossa consciência das obras mortas para o serviço do Deus vivo!” (Hb 9, 11-14).

Qualquer outro sacerdote oferece algo externo a si, mas Cristo ofereceu a si próprio; qualquer outro sacerdote oferece vítimas, mas Cristo ofereceu a si mesmo como vítima! Santo Agostinho sintetizou em uma fórmula bem conhecida este novo gênero de sacerdócio, no qual sacerdote e vítima são uma coisa só: “Ideo sacerdos, quia sacrificium”: “sacerdote porque vítima” [1].

Em 1972, um célebre pensador francês lançava a tese segundo a qual “a violência é o coração e a alma secreta do sagrado” [2]. De fato, na origem e no centro de qualquer religião está o sacrifício, e o sacrifício encerra morte e destruição. O jornal “Le Monde” saudava esta afirmação, dizendo que fazia daquele ano “um ano a ser assinalado com um asterisco nos anais da humanidade”. No entanto, já anteriormente a esta data, este estudioso se aproximara do cristianismo, e na Páscoa de 1959, havia tornado pública sua “conversão”, declarando-se crente e voltando à Igreja.

Isto o permitiu, em seus estudos subsequentes, não se deter na análise do mecanismo da violência, mas expor os meios de superá-la. Infelizmente, muitos continuam a citar René Girard apenas como aquele que denunciou a ligação entre o sagrado e a violência, mas não mencionam o Girard que evidenciou, no mistério pascal de Cristo, a ruptura total e definitiva desta ligação. Para ele, Jesus desmascara e desfaz o mecanismo de bode expiatório que sacraliza a violência, ao fazer-se ele próprio, inocente, vítima de toda a violência [3]. O processo no qual estaria a gênese da religião, segundo Freud, é assim derrubado.

Em Cristo, é Deus quem se faz vítima, e não a vítima (para Freud, o pai primordial) que, ao ser sacrificada, é sucessivamente elevada à dignidade divina (o Pai dos céus). Já não é o homem que oferece sacrifícios a Deus, mas é Deus quem se “sacrifica” pelo homem, entregando à morte seu Filho unigênito (cf. Jo 3,16). Assim, o sacrifício não mais se destina a “aplacar” a divindade, mas a aplacar o homem, fazendo-o renunciar a sua hostilidade nas relações com Deus e com o próximo.

Cristo não veio portando o sangue de outros, mas seu próprio sangue. Não pôs seus próprios pecados sobre os ombros de outros – fossem homens ou animais; ao contrário, sustentou os pecados dos outros sobre seus próprios ombros: “Carregou os nossos pecados em seu corpo sobre o madeiro” (1 Pe 2, 24).

É possível, então, continuar a falar em sacrifício ao referir-se à morte de Cristo, e portanto à Missa? Durante muito tempo, o estudioso citado rejeitou esta ideia, considerando-a por demais associada ao conceito de violência; mas, posteriormente, passou a aceitar a possibilidade de um novo gênero de sacrifício em Cristo, vendo nessa mudança de significado “o fato central da história religiosa da humanidade”.

Visto sob essa ótica, o sacrifício de Cristo contém uma mensagem formidável para o mundo de hoje. Grita para o mundo que a violência é um resíduo arcaico, uma regressão a estágios primitivos e superados da história humana e, em se tratando de crentes, um retardamento censurável e escandaloso frente à tomada de consciência do salto de qualidade operado por Cristo.

Lembra-nos também que a violência está derrotada. Em quase todos os mitos antigos, a vítima é a derrotada e o carrasco, o vencedor. Jesus alterou o sentido da vitória. Inaugurou um novo gênero de vitória, que não consiste em fazer vítimas, mas sim em fazer-se vítima. “Victor quia victima!”, vencedor porque vítima, assim Agostinho define o Jesus da cruz [4].

O valor moderno da defesa das vítimas, dos fracos e da vida ameaçada tem origem no terreno do cristianismo, sendo um fruto tardio da revolução operada por Cristo. Dispomos de uma contra-prova.

Somente ao abandonar a visão cristã (como fez Nietzsche) para retomar a pagã, é que se perde esta conquista e volta-se a exaltar “o forte, o poderoso, até sua expressão mais sublime, o super-homem”, definindo-se a moral cristã como “uma moral de escravos”, fruto do ressentimento impotente contra os fortes.

Lamentavalmente, porém, a mesma cultura moderna que condena a violência a favorece e exalta, paralelamente. Rasgamos as vestes diante de alguns acontecimentos sanguinários, mas não nos damos conta de que se prepara o terreno para que estes ocorram justamente com aquilo que é anunciado nas páginas dos jornais ou nos programas de televisão.

O gosto com o qual se fala da violência e a sanha de ser o primeiro e mais cru ao descrevê-la nada mais fazem que promovê-la. O resultado não é uma catarse do mal, mas sim um incitamento a este. É inquietante que a violência e o sangue tenham se tornado alguns dos ingredientes de maior apelo nos filmes e nos vídeo-games, e que sejamos tão atraídos por eles a ponto de nos parecer divertido contemplá-los.

O mesmo estudioso que já mencionamos evidenciou a matriz na qual se dá o mecanismo da violência: o mimetismo, aquela inclinação humana inata de considerar desejáveis as coisas desejadas pelos outros, e que leva a repetir aquilo que vemos outros fazerem. A psicologia do "rebanho" é justo aquela que conduz à escolha do “bode expiatório”, para encontrar, na luta contra um inimigo comum – em geral, o elemento mais frágil, o diferente – uma coesão, ainda que momentânea e artificial.

Temos exemplos desta dinâmica na violência recorrente nos estádios de futebol, no bullying nas escolas e em certas manifestações públicas que deixam um rastro de destruição por onde passam. Uma geração de jovens que teve o raríssimo privilégio de não ter conhecido uma verdadeira guerra e de não terem sido jamais convocados às armas, diverte-se (por que se trata de uma brincadeira, ainda que estúpida e eventualmente trágica) inventando pequenas guerras, impelidos pelos mesmos instintos que moviam as hordas primordiais.

Mas há uma violência ainda mais grave e disseminada do que esta dos jovens nos estádios e nas ruas. Não me refiro àquela violência dirigida às crianças, com a qual estão manchados até mesmo elementos do clero; sobre essa violência já se fala suficientemente em outros âmbitos. Falo da violência contra a mulher. Esta é uma ocasião apropriada para levar as pessoas e instituições que lutam contra essa violência à compreensão de que Cristo é seu melhor aliado.

Trata-se de uma violência que se torna ainda mais grave quando cometida no abrigo e na intimidade do lar, frequentemente justificada com base em preconceitos pseudo-religiosos e culturais. As vítimas encontram-se desesperadamente sós e indefesas. Somente hoje, graças ao apoio das muitas associações e instituições, é que algumas mulheres encontram forças para denunciar seus agressores.

Muito dessa violência tem um fundo sexual. É o macho que acredita demonstrar sua virilidade ao submeter a mulher, sem se dar conta de que, desse modo, evidencia tão simplesmente sua insegurança e sua covardia. Também na relação com a mulher que erra, que contraste há entre o agir de Cristo e aquele que ainda verificamos em certos ambientes! O fanatismo invoca o apedrejamento; Cristo responde, àqueles que lhe haviam apresentado a adúltera: “Quem de vós não tiver pecado, que atire a primeira pedra” (Jo 8, 7). O adultério é um pecado que se comete sempre a dois, mas para o qual apenas um tem sido sempre (em algumas partes do mundo, ainda hoje) punido.

A violência contra a mulher torna-se ainda mais odiosa ao refugiar-se justamente no ambiente onde deveria reinar o respeito recíproco e o amor – na relação marido e mulher. É verdade que a violência não advém sempre de uma das partes, e que se pode ser violento também com a língua e não apenas com as mãos; mas não se pode negar que, na vasta maioria dos casos, a vítima é a mulher.

Há famílias nas quais o homem se julga autorizado a levantar a voz e as mãos para a dona de casa. Esposa e filhos vivem sob a constante ameaça da “ira do papai”. A estes homens talvez valesse dizer: “Caros colegas homens, criando-vos varões, Deus não vos concedeu o direito de bater os punhos contra a mesa por qualquer motivo. A palavra dirigida a Eva após sua culpa “Ele (homem) te dominará” (Gn 3,16), era uma amarga previsão, não uma autorização.

João Paulo II inaugurou a prática de pedir perdão por erros coletivos. Um desses pedidos de perdão, talvez entre os mais justos e necessários, é o perdão que uma metade da humanidade deveria pedir à outra metade, os homens às mulheres. Esse pedido não deve permanecer genérico ou abstrato. Deve levar a gestos concretos de conversão, a palavras de desculpas e de reconciliação no seio da família e da sociedade.

O trecho da Carta aos Hebreus que ouvimos prossegue dizendo: “Nos dias de sua carne, em alta voz e com lágrimas nos olhos, ofereceu orações e súplicas àquele que poderia salvá-lo da morte”. Jesus conheceu toda a crueza da condição de vítima, o grito sufocado e as lágrimas silenciosas. Na verdade, “não dispomos de um sumo sacerdote que não possa partilhar conosco nossas fraquezas”. Em cada vítima da violência Cristo revive misteriosamente sua experiência terrena. A esse propósito diz ele “foi a mim mesmo que o fizestes” (Mt 25, 40).

Por uma rara coincidência, neste ano nossa Páscoa cai na mesma semana da Páscoa judaica, que é a matriz na qual esta se constituiu. Isso nos estimula a voltar nosso pensamento aos nossos irmãos judeus. Estes sabem por experiência própria o que significa ser vítima da violência coletiva e também estão aptos a reconhecer os sintomas recorrentes. Recebi nestes dias uma carta de um amigo judeu e, com sua permissão, compartilho um trecho convosco. Dizia:

“Tenho acompanhado com desgosto o ataque violento e concêntrico contra a Igreja, o Papa e todos os féis do mundo inteiro. O recurso ao estereótipo, a passagem da responsabilidade pessoal para a coletividade me lembram os aspectos mais vergonhosos do anti-semitismo. Desejo, portanto, expressar à ti pessoalmente, ao Papa e à toda Igreja minha solidariedade de judeu do diálogo e de todos aqueles que no mundo hebraico (e são muitos) compartilham destes sentimentos de fraternidade. A nossa Páscoa e a vossa têm indubitáveis elementos de alteridade, mas ambas vivem na esperança messiânica que seguramente reunirá no amor do Pai comum. Felicidades a ti e a todos os católicos e Boa Páscoa”.

Também nós, católicos, felicitamos os irmãos judeus, desejando-lhes Boa Páscoa. E o fazemos com palavras de seu antigo mestre Gamaliel, inseridas no Seder pascal hebraico e incorporadas na mais antiga liturgia cristã:

“Ele nos conduziu

da escravidão à liberdade,

da tristeza à alegria,

do luto à festa,

das trevas à luz,

da servidão à redenção

Por isso diante dele dizemos: Aleluia” [5]

* * *

[Tradução de Paulo Marcelo Silva]

* * *

Notas originais em italiano:

[1] S. Agostino, Confessioni, 10,43.

[2] Cfr. R. Girard, La violence et le sacré, Grasset, Parigi 1972

[3] M. Kirwan, Discovering Girard, Londra 2004.

[4] S. Agostino, Confessioni, 10,43.

[5] Pesachim, X,5 e Melitone di Sardi, Omelia pasquale,68 (SCh 123, p.98).

Fonte: Zenit

AVE VERUM





Ave verum corpus natum de Maria Virgine
Salve, ó verdadeiro corpo nascido da Virgem Maria

Vere passum, immolatum in cruce pro homine
Que verdadeiramente padeceu e foi imolado na cruz pelo homem

Cuius latus perforatum fluxit aqua et sanguine
De seu lado transpassado fluiu água e sangue

Esto nobis praegustatum mortis in examine
Sê para nós remédio na hora tremenda da morte

O Iesu dulcis, o Iesu pie, o Iesu fili Mariae.
Ó doce Jesus, ó bom Jesus, ó Jesus filho de Maria.

CRUX FIDELIS - PANGE LINGUA

quinta-feira, 1 de abril de 2010

O sacerdote na celebração do tríduo pascal



Coluna de teologia litúrgica dirigida por Mauro Gagliardi

Por Nicola Bux

ROMA, terça-feira, 30 de março de 2010 (ZENIT.org).- Neste Semana Santa, Nicola Bux, professor de Liturgia Oriental e consultor de diversos dicastérios da Santa Sé, propõe uma substanciosa meditação litúrgica sobre os principais momentos e símbolos das celebrações próprias do tríduo pascal. As reflexões de Bux representam uma ajuda válida - oferecida tanto a sacerdotes como aos demais fiéis, em particular aos cooperadores da pastoral litúrgica - para nos aproximar dos mistérios divinos que estão sendo celebrados nesta semana, com espírito de fé contemplativa e de oração de adoração, e não de mero pragmatismo organizativo. Aproveitamos a ocasião para desejar aos nossos leitores uma Santa Páscoa, repleta de frutos de alegria interior e de conversão (Mauro Gagliardi).


A Carta aos Hebreus é o único texto do Novo Testamento que atribui ao nosso Senhor Jesus Cristo os títulos de “Sacerdote”, “Sumo Sacerdote” e “Mediador da Nova Aliança”, graças à oferenda do sacrifício do seu corpo, antecipado na Ceia mística da Quinta-Feira Santa, consumado sobre a cruz e apresentado ao Pai com a ressurreição e a ascensão ao céu (cf. Hb 9,11-15). Este texto é meditado na Liturgia das Horas da quinta semana da Quaresma – ou da Paixão, como no calendário litúrgico da forma extraordinária do Rito Romano – e na Semana Santa.

Nós, sacerdotes católicos, devemos sempre contemplar Cristo e ter os mesmos sentimentos d’Ele; esta ascese acontece com a conversão permanente. Como se realiza a conversão em nós, sacerdotes? No rito da ordenação nos é pedido o ensino da fé católica, não das nossas ideias; “celebrar com devoção dos mistérios de Cristo – isto é, a liturgia e os sacramentos – segundo a tradição da Igreja”, e não segundo o nosso gosto; sobretudo, “estar cada vez mais unidos a Cristo Sumo Sacerdote, que, como vítima pura, ofereceu-se ao Pai por nós”, isto é, conformar nossa vida segundo o mistério da Cruz.

A Santa Igreja honra o sacerdote e o sacerdote deve honrar a Igreja com a santidade da sua vida – este foi o propósito de Santo Afonso Maria de Ligório no dia da sua ordenação –, com o zelo, com o trabalho e com o decoro. Ele oferece Jesus Cristo ao Pai Eterno e por isso deve estar revestido das virtudes de Jesus Cristo, para preparar-se para o encontro com o Santo dos Santos. Que importante é a preparação interior e exterior para a sagrada liturgia, para a Santa Missa! Trata-se de glorificar o Sumo e Eterno Sacerdote, Jesus Cristo.

Pois bem, tudo isso se realiza em grau máximo na Semana Santa, a Grande e Santa Semana, como dizem os orientais. Vejamos alguns dos seus principais atos, com base no cerimonial dos bispos.

1. Com a Missa in Cena Domini, da Quinta-Feira Santa, o sacerdote entra nos principais mistérios – a instituição da Santíssima Eucaristia e do sacerdócio ministerial –, assim como do mandamento do amor fraterno, representado pelo lavatório dos pés, gesto que a liturgia copta realiza ordinariamente cada domingo. Nada melhor para expressá-lo que o canto do Ubi caritas. Após a comunhão, o sacerdote, usando o véu umeral, sobre ao altar, faz a genuflexão e, ajudado pelo diácono, segura a píxide com as mãos cobertas pelo véu umeral. É o símbolo da necessidade de mãos e corações puros para aproximar-se dos mistérios divinos e tocar o Senhor!

2. Na Sexta-Feira Santa in Passione Domini, o sacerdote é convidado a subir ao Calvário. Às três da tarde, às vezes um pouco mais tarde, acontece a celebração da Paixão do Senhor, em três momentos: a Palavra, a Cruz e a Comunhão. Dirige-se em procissão e em silêncio ao altar. Depois de ter reverenciado o altar, que representa Cristo na austera nudez do Calvário, ele se prostra em terra: é a proskýnesis, como no dia da ordenação. Assim, expressa a convicção do seu nada diante da Majestade divina, e o arrependimento por ter se atrevido a medir-se, por meio do pecado, com o Onipotente. Como o Filho que se anulou, o sacerdote reconhece seu nada e assim tem início sua mediação sacerdotal entre Deus e o povo, que culmina na oração universal solene.

Depois se faz a ostensão e a adoração da Santa Cruz: o sacerdote se dirige ao altar com os diáconos e lá, em pé, ele a recebe e a descobre em três momentos sucessivos – ou a mostra já descoberta – e convida os fiéis à adoração, em cada momento, com as palavras: Eis o lenho da cruz, do qual pendeu a salvação do mundo. Em sua descarnada solenidade, aqui, no coração do ano litúrgico, a tradição resistiu tenazmente mais que em outros momentos do ano.

O sacerdote, após ter depositado a casula, se possível descalço, aproxima-se primeiramente da Cruz, ajoelha-se diante dela e a beija. A teologia católica não teme em dar aqui à palavra “adoração” seu verdadeiro significado. A verdadeira Cruz, banhada com o sangue do Redentor, torna-se, por assim dizer, uma só coisa com Cristo e recebe a adoração. Por isso, prostrando-nos diante do lenho sagrado, nós nos dirigimos ao Senhor: “Nós vos adoramos, ó Cristo, e vos bendizemos, porque pela vossa Santa Cruz redimistes o mundo”.

3. A Páscoa do Reino de Deus se realizou em Jesus: oferecida e consumida a Ceia, “na noite em que ia ser entregue”; imolada sobre o Calvário na Sexta-Feira Santa, quando “houve escuridão sobre toda a terra”, mais uma vez à noite recebe a consagração da aprovação divina, na ressurreição de Cristo Senhor: por João, sabemos que Maria Madalena se aproximou do sepulcro “bem de madrugada”; portanto, aconteceu nas últimas horas da noite após o sábado pascal.

No Novus Ordo, o sacerdote, desde o início da Vigília, está vestido de branco, como para a Missa. Ele abençoa a fogo e acende o círio pascal com o novo fogo, se procede, após ter aplicado, como na liturgia antiga, uma cruz. Depois grava sobre o lado vertical da cruz a letra grega alfa e, abaixo, a letra omega; entre os braços da cruz, faz a incisão de quatro algarismos para indicar o ano em curso, dizendo: Cristo ontem e hoje. Depois, feita a incisão da cruz e dos demais sinais, pode aplicar no círio cinco grãos de incenso, dizendo: Por suas santas chagas. Depois, cantando o Lumen Christi, guia a procissão rumo à igreja. O sacerdote está à cabeça do povo dos fiéis aqui na terra, para poder guiá-lo ao céu.

É o sacerdote que entoa solenemente Eis a luz de Cristo!. Ele o canta três vezes, elevando gradualmente o tom da voz: o povo, depois de cada vez, repete-o no mesmo tom. Na liturgia batismal, o sacerdote, estando de pé diante da fonte, abençoa a água, cantando a oração: Ó Deus, por meio dos sinais sacramentais; enquanto invoca: Desça, Pai, sobre esta água, pode introduzir nela o círio pascal, uma ou três vezes.

O significado é profundo: o sacerdote é o órgão fecundador do seio eclesial, simbolizado pela fonte batismal. Verdadeiramente, na pessoa de Cristo Cabeça, ele gera filhos que, como pai, fortifica com o crisma e nutre com a Eucaristia. Também em razão destas funções maritais com relação à Igreja esposa, o sacerdote não pode senão ser homem. Todo o sentido místico da Páscoa se manifesta na identidade sacerdotal, chegando à plenitude, o plếroma, como diz o Oriente. Com ele, a iniciação sacramental chega ao cume e a vida cristã se torna o centro.

Portanto, o sacerdote, que subiu com Jesus à cruz na Sexta-Feira Santa e desceu ao sepulcro no Sábado Santo, no Domingo de Páscoa pode afirmar realmente com a sequência: “Sabemos que Cristo verdadeiramente ressuscitou dentre os mortos”.

Fonte: Zenit