Presentamos la traducción de este artículo del periodista Magdi Cristiano Allam, converso del Islam bautizado por el Papa Benedicto XVI en la Vigilia Pascual del año 2008.
¿Sabíais que son cerca de 70.000 los musulmanes con ciudadanía italiana? ¿Sabíais que, en total, los musulmanes en Italia son cerca de 1.538.000, lo que equivale al 2,7 % de la población? ¿Sabíais que el Islam es ya la segunda religión de Italia inmediatamente después del cristianismo? ¿Sabíais que, en promedio, en Italia nace un lugar de culto islámico cada cuatro días? ¿Sabíais que ya hay terroristas islámicos activos con ciudadanía italiana empeñados en la Jihad, la guerra santa, contra los judíos, los cristianos, los infieles y los apóstatas? Bien, si no lo sabíais es ciertamente una grave deficiencia. Pero todavía más grave es el reconocimiento de que todo esto ocurre con la explícita connivencia de la Iglesia, expresada tanto por las posiciones oficiales y las iniciativas del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, como por el comportamiento y las afirmaciones del clero, desde algunos cardenales hasta una serie de párrocos “islámicamente correctos”.
La reflexión se nos impone por las recientes declaraciones de Ezzedine Elzir, presidente de Ucoii (Unión de las Comunidades y de las Asociaciones Islámicas en Italia), expresadas a Klaus Davi, en las cuales afirma que en Italia hay “70.000 que han retornado al Islam”. ¿Por qué “retornados” y no “convertidos”? Nos explica Elzir: “Nosotros preferimos usar la palabra retorno porque es un redescubrimiento de la verdadera fe”. Quiere decir que, para los musulmanes, el Islam no es una religión “diversa” del judaísmo y del cristianismo, a la que por tanto se adhiere convirtiéndose, como ocurre en cualquier otra religión, sino que es una religión “superior” al judaísmo y al cristianismo, la única religión verdadera, el cumplimiento de la revelación y el sello de la profecía, en un contexto donde se considera que todas las personas nacen musulmanas aún si profesan una fe diversa, tienen dentro de sí el Islam aún si lo ignoran, que por lo tanto la adhesión al Islam en un “retorno” redescubriendo “la verdadera fe”.
“Cada día llegan a nuestras mezquitas no musulmanes que quieren conocer el Islam, varios de ellos lo abrazan”, añade Elzir, porque “cuando hay una crisis de valores y económica, una persona vuelve a descubrir sus raíces, su espiritualidad”, inequívocamente coincidente con el Islam. ¿Cómo es posible que en Italia, la cuna del catolicismo, tierra cristiana que acoge en su seno la Iglesia de los Papas, vicarios de Cristo, se haya llegado al punto de hacer coincidir la “espiritualidad” con el Islam? Y la respuesta se llama “relativismo religioso”. El mismo Benedicto XVI ha identificado varias veces en la “dictadura del relativismo” el mal profundo que debe combatirse porque nos impone, al dejar de lado la razón, considerar que todas las religiones, las culturas y los valores son iguales, independientemente de sus contenidos. El testimonio elocuente del relativismo religioso reside en la letanía de las “tres grandes religiones monoteístas reveladas, abramíticas, del Libro” que rezarían al mismo dios. Así como el relativismo está presente en el comportamiento del clero que imagina que para amar a los musulmanes como personas se deba incondicionadamente aceptar su religión legitimando el Islam, prescindiendo del hecho de que es incompatible con los valores no negociables de la sacralidad de la vida, de la igual dignidad entre hombre y mujer, de la libertad de opción religiosa.
¡Despertémonos! ¡El Islam está ya dentro de nuestra casa! ¡Son los mismos italianos quienes promueven la conquista islámica, incluidos los cardenales y los párrocos que se prodigan por la difusión de las mezquitas! ¡Liberémonos de la dictadura del relativismo! ¡Detengamos la invasión islámica! ¡Basta de mezquitas! ¡Redescubramos nuestra alma, recuperemos el uso de la razón, volvamos a amarnos antes de perder del todo la posibilidad de ser nosotros mismos en nuestra casa!