El sitio web de la Arquidiócesis de Vancouver presenta un artículo sobre el nuevo Prefecto de la Congregación para los Obispos, el Cardenal Marc Ouellet, en el que se recogen algunas declaraciones del purpurado sobre la tarea que le espera. Luego de una ardua labor como Primado de Canadá, el Card. Ouellet se dispone a comenzar en los próximos días su nueva tarea en el Vaticano como uno de los principales colaboradores del Santo Padre.
En sus nuevas obligaciones colaborando con el Papa en la elección de los obispos, el Cardenal Marc Ouellet buscará valientes “hombres de fe” que tengan “el coraje de ayudar a la gente a vivirla”.
El obispo tiene que guiar a la comunidad, por lo que necesita una profunda visión sobrenatural junto con la capacidad para evaluar el contexto político, cultural y sociológico, dijo el nuevo Prefecto de la Congregación de Obispos en una entrevista. Sobre todo, un obispo debe ser “audaz en proponer la Palabra y audaz en la fe en el poder de la Palabra y el poder del Espíritu”.
“Tenemos que atrevernos a hablar a lo profundo del corazón, donde el Espíritu del Señor toca a las personas más allá de lo que éstas puedan calcular”, dijo Ouellet. “Necesitamos discernimiento espiritual y no sólo un cálculo político de los riesgos en cuanto a la posibilidad de que el mensaje sea recibido”.
Ocho exigentes años como Arzobispo de Québec y Primado de Canadá han forjado la visión del episcopado de Ouellet. Durante este tiempo debió predicar la Buena Noticia en una cultura que ha abandonado sus raíces cristianas.
Ser fiel a la enseñanza católica le significó la oposición de la profundamente secularizada sociedad post-católica de Québec. Al mismo tiempo afrontó el desafío de asegurarse que sus sacerdotes lo siguieran. “Ellos también están en una situación de tensión”, dijo. “Éste es un equilibrio difícil”.
Ouellet también remarcó la importancia de la solidaridad entre los obispos.
Durante este año, Ouellet habló contra la falta de apoyo episcopal al Santo Padre durante la tormenta de críticas de los medios por su manejo de la crisis de los abusos sexuales. También Ouellet a menudo quedó solo en el torbellino negativo de los medios en Québec.
Pero reconoce que en una provincia grande como Québec, cada obispo tiene un contexto diferente. Una diócesis rural en una parte homogénea de la provincia se enfrenta con desafíos distintos a los de una gran ciudad multicultural como Montreal, en cuanto al modo en que el mensaje del Evangelio es transmitido.
La necesidad de unidad y solidaridad va más allá de declaraciones políticas, dijo. Implica un compromiso personal que pasa de la fe dogmática a la “fe existencial que significa el discernimiento espiritual de la Presencia de Dios y de la Voluntad de Dios”.
Estamos en un mundo en el que la herencia cristiana está siendo fuertemente contestada, por lo que tenemos que reconocer esto y proponerla mejor, aunque no a través de un intento de restaurar el pasado.
“Tenemos que hablarle a la gente acerca del Señor Crucificado y Resucitado, que está dando forma a la Iglesia, con gente fiel a Su Palabra, a Su Divina Presencia y a la comunidad que Él quiere ver viviendo de Su Espíritu”.
El obispo debe siempre tener un enfoque personal, dijo. Los obispos no sólo deben declarar posiciones dogmáticas, sino que deben creer profundamente en ellas, “entonces tienes poder de convicción”.
“Si sólo lo declaras formalmente pero, en definitiva, no lo quieres realmente ver aplicado porque no crees que sea posible que la gente lo acepte, entonces estás en problemas en cuanto a la transmisión del mensaje”, dijo.
Los obispos también deben ser cercanos a la gente, dijo. Ser espiritual no significa mantenerse a distancia.
“El Señor nos ha dado un corazón para que sea presencia de Su propio Corazón en medio de la gente”, dijo el Cardenal. “Por eso tenemos que estar atentos y cultivar lo que llamamos la santidad, la unidad con Él, una unidad cotidiana, en un modo que es muy humano y muy espiritual”.
Aboga por una actitud ascética en la oración, en orden a conservar la pureza de corazón. “El amor a las personas plenifica la vida del sacerdote”.
Ouellet asume este rol clave en el Vaticano en un tiempo en que la Iglesia se enfrenta con una crisis mundial por casos de abusos sexuales, especialmente en occidente, crisis que es alimentada por los medios secularistas de información.
Ouellet dijo que comparte la visión del Papa Benedicto según la cual los pecados de los sacerdotes han salido a la luz durante el Año Sacerdotal para dar a la Iglesia “una oportunidad de purificación”.
Informes de sucesos ocurridos hasta cuarenta años atrás han creado una sensación de pánico que ha distanciado a muchos de la Iglesia, admitió. Pero Ouellet dijo que el tema de los abusos sexuales es un problema extendido mucho más allá de la Iglesia. Después que la Iglesia supere su purificación, la comunidad de fieles ayudará al resto de la humanidad a enfrentarse con este problema espantoso.
“Tenemos que solucionar el problema por medio de la virtud y la prevención, y no sólo por medio del castigo y los medios legales”, dijo.
Ouellet llegó a Québec ocho años atrás, enfrentándose a la sospecha de ser “el hombre de Roma”, enviado para enderezar las cosas.
Deja Québec amado por muchos de los fieles, no sólo en Québec sino en todo Canadá. En su última celebración pública de la Eucaristía antes de partir para su nuevo trabajo, más de 2000 personas llenaron la Basílica de Sainte-Anne-de-Beaupré para darle los buenos deseos, entre olas de aplausos y gratitud.
Crece la especulación acerca de quién será el que lo reemplace como Arzobispo de Québec. En los próximos dos años, nueve o diez obispos alcanzarán la edad de retiro en la provincia.
“Tenemos que tener un renacer de la Iglesia en Québec, y esto va a suceder”, dijo Ouellet.
“Mi oración y mi deseo es, obviamente, que tengamos comunidades vivas con buenos sacerdotes, bien preparados intelectual y espiritualmente, con un sentido de profundo compromiso por Cristo, por la vida evangélica y por el amor a la gente”.
Ouellet pidió apertura para los nuevos movimientos en la Iglesia, y expresó su esperanza en que aquellos que ya están en Québec como Famille Marie-Jeunesse, Catholic Christian Outreach y el movimiento eucarístico asociado al Encuentro de Jóvenes – Montee Jeunesse se “multipliquen”.
“Creo profundamente que habrá una nueva evangelización”, dijo.
El cardenal también abogó por un nuevo dinamismo intelectual, y en especial por una reforma de la educación para “recapturar el espíritu de la cristiandad y crear una nueva cultura cristiana”.
“Necesitamos intelectuales para esto, teólogos, filósofos, cristianos que realmente crean en el Evangelio y compartan la doctrina de la Iglesia en las cuestiones morales”, dijo.
“Hemos sufrido esta mentalidad del disenso” que “aún domina la inteligencia”.
“No hay allí verdadero discipulado”, dijo. “El discipulado que está emergiendo viene de aquellos que creen y que realmente aman a la Iglesia”.
Fuente: B.C. Catholic Paper
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo