sexta-feira, 30 de julho de 2010

Mons. Koch: "La Iglesia que nosotros confesamos 'una, santa, católica y apostólica', no es la suma de todas las iglesias que tenemos en mundo"


La corresponsal de Gaudium Press en Roma conversó recientemente con el nuevo presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, Mons. Kurt Koch, nombrado para el cargo por el Papa al comienzo del mes. El Obispo de Basilea, que desde 2002 ya era consejero en el dicasterio, asumió la función en el lugar del cardenal Walter Kasper, que renunció por motivos de edad.

Mons. Kurt Koch nació el día 15 de marzo de 1950, en Emmenbrücke, Alemania. Fue ordenado sacerdote el 20 de junio de 1982, y nombrado obispo el 21 de agosto de 1995, siendo ordenado en enero de 1996, siempre para la diócesis de Basilea.


A seguir, la entrevista:

Gaudium Press - ¿Cuál es la realidad pastoral de la Iglesia Católica en la diócesis de Basilea, Suiza?

En Suiza, las diócesis son seis. Está la diócesis de Lugano, que abarca un distrito, después la diócesis de San Galo con tres distritos, la diócesis de Lausana, Ginebra y Friburgo con cuatro, la diócesis de Coira, con siete, y la diócesis de Basilea, que abarca diez distritos. Es la mayor diócesis, con un millón de católicos. No digo practicantes, porque no sé si son, pero son católicos. La dificultad en Suiza es principalmente la relación entre Iglesia y Estado y la función del distrito, no de la Federación Helvética. En la diócesis de Basilea hay diez reglamentos diferentes entre la Iglesia y el Estado. Es un poco difícil. La segunda cosa que trae problemas es el impuesto para la Iglesia. Y esto solamente a nivel municipal.

GP - Su Excelencia escribió una carta conmovedora a sus fieles. ¿Cómo veía su servicio pastoral como obispo de la diócesis de Basilea? ¿Deseaba responder a todas las cartas recibidas de sus diocesanos?

Ser católico en Suiza no es muy fácil, porque el sistema político de Suiza es una democracia de base. Tenemos muchas votaciones sobre este tema, las elecciones para los representantes políticos. Por otro lado tenemos la Iglesia Católica con una jerarquía. Estos dos mundos cuando se tocan dan algunos problemas. Porque tenemos tensiones, y algunos piensan que la Iglesia Católica también debe ser una democracia.

GP - ¿Cuáles experiencias serán útiles ahora en el nuevo cargo de presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos?

Era un deseo del propio Santo Padre que el sucesor del Cardenal Kasper fuese de nuevo un teólogo, un obispo que conociese las iglesias y las Comunidades eclesiales nacidas de la Reforma. Que no las conociese solamente a través de los libros, sino de experiencias personales. Esto es para mí muy necesario y también interesante, porque las iglesias Reformadas en Suiza son un caso especial incluso en el mundo de los reformadores.

GP - ¿Por qué?

Porque ellas no tienen una Confesión de fe. Cada comunidad es libre de utilizar, de buscar la Confesión Apostólica [ndR.: la Profesión de Fe] en algún otro lugar. El diálogo ecuménico es muy difícil, porque las iglesias de la Reforma en Suiza son construidas de manera similar al Estado. La base de la iglesia Reformada son las comunas, y después tenemos la Kantolakirche, la iglesia distrital. Esta manera de vivir la iglesia influye mucho en los católicos de Suiza.

GP - ¿Cómo reaccionó usted cuando el Santo Padre le pidió substituir al Cardenal Kasper?

Me quedé muy sorprendido, porque es un honor enorme para mí hacer esto. Por otro lado estoy muy feliz, porque me intereso hace mucho tiempo por el diálogo ecuménico. Desde 2002 soy miembro de este Consejo. Participé también de la Comisión Internacional Teológica entre el Vaticano y las iglesias ortodoxas. Y también en la Comisión Internacional con los Luteranos. Nosotros somos responsables por todos los diálogos y también por las relaciones religiosas con el Judaísmo. Para mí es un gran desafío. Un desafío que afronto deseo siempre con todas las fuerzas, y con afecto del corazón.

GP - El Card. Kasper, en su última rueda de prensa como presidente, resaltó que el diálogo con las iglesias y las Comunidades Protestantes han perdido "su entusiasmo". También el diálogo con la iglesia ortodoxa en ciertos puntos no es fácil. En su opinión, ¿cuáles son las primeras exigencias?

En los 40 años de ecumenismo después del Concilio Vaticano II nuestros acompañantes cambiaron mucho. Por ejemplo, en las iglesias Reformadas no tenemos más este deseo de unidad como había en el período antes y después del Concilio. Yo observo algunas tensiones para el retorno a una teología liberal, no a una teología dogmática. Es un gran desafío que no se satisface con la realidad de hoy. De muchos reformadores tengo la impresión que quieren la continua aceptación de las iglesias y la concelebración eucarística. Después de esto tendremos ya el final del ecumenismo. Para mí no es así. Porque la Iglesia que nosotros confesamos en la Confesión Apostólica "una, santa, católica y apostólica", no es la suma de todas las iglesias que tenemos en el mundo. Para este punto de vista, la unidad de la Iglesia es una obra del hombre para construir la suma de todas las Iglesias. Para mí, unidad en la fe es unidad en el organismo del Cuerpo de Cristo. Porque quiero un poco más en el ecumenismo que algunos representantes de las iglesias Reformadas. Porque es necesario profundizar también la espiritualidad del ecumenismo. Porque Jesús dijo que todos deben ser unidos para que "el mundo pueda creer". Y esto quiere decir que la realidad en la unidad de las iglesias debe ser visible, y una realidad invisible.

Y la segunda cosa es que en estos 40 años surgieron nuevas diferencias. Al inicio del diálogo tuvimos diversas diferencias en la fe, en las confesiones de la fe. Hoy tenemos nuevas diferencias, principalmente a nivel ético. Todas las preguntas de la bioética, también el fenómeno de la homosexualidad. Hay un gran desafío en todo el ecumenismo. Se ve el contexto de los anglicanos que están próximos a una división sobre esto.

GP - ¿Entonces lo que divide más en el diálogo ecuménico es la ética y no la teología dogmática?

Sí.

GP - Usted fue invitado a presentar dos discursos en el "Schülerkreis" (círculo de estudiantes del Papa) en presencia del Santo Padre.

Estoy muy sorprendido con esta invitación. Porque tengo un poco de sensación de que tengo que tocar piano frente a Mozart. Es como ser un estudiante de piano delante de Mozart. Pero es también un gran desafío que enfrento con mucho placer por estar en contacto con esta atmosfera de los discípulos de Ratzinger. Sé que el Papa es muy abierto para discutir estas cosas. Es un gran desafío porque hoy se da un conflicto entre dos interpretaciones del Concilio Vaticano II. Una interpretación dice que la tradición terminó con el Concilio y que con este Concilio llegó una nueva era. No es más ligado al pasado, a la tradición. Mi visión es que el Concilio es un gran evento en el río de la tradición que vive. Y porque el Concilio Vaticano es abierto en el futuro y el pasado.

Pienso que sea esta también la visión de los Padres del Concilio. Hoy, tenemos un poco de instrumentalización del Vaticanum II por los propios pensamientos de algunos teólogos. Y no son sinceros al presentar el Concilio. Pienso también que mucha gente habla del Concilio y quiere que el Papa ‘vuelva a él', pero las personas no lo conocen. Principalmente la gran constitución sobre la Iglesia "Lumen gentium", con los ocho capítulos. Las personas conocen solamente el tema del segundo capítulo: "La Iglesia y el pueblo de Dios". Pero el segundo capítulo no puede ser entendido sin el primer capítulo sobre el misterio de la Iglesia. Para mí, principalmente el quinto capítulo, sobre la vocación a la santidad, es el tema fundamental de esta Constitución.

GP - Estas dos visiones influyen también en el comportamiento en la liturgia. ¿Cómo debe entenderse la liturgia hoy?

Todo lo que las personas dicen de nuevo después del Concilio Vaticano II no era tema de la Constitución sobre la Liturgia. Por ejemplo, celebrar la eucaristía de frente a los fieles nunca fue el tema de la tradición. La tradición siempre fue celebrar en dirección al este, porque esta es la vista de la resurrección. En la Basílica de San Pedro, se celebraba hace tiempos de frente a las personas, porque aquella dirección era la dirección dirigida al este. La segunda cosa es la lengua vernácula. El Concilio quiso que el latín permaneciese como la lengua de la liturgia.

Pero todas las cosas muy profundas, fundamentales de la Constitución litúrgica, no son todavía conocidas por muchos. Por ejemplo, toda la liturgia y la liturgia de la Pascua. La Pascua del misterio, la muerte y la resurrección de Jesucristo. No se puede celebrar la Pascua sin sacrificio, y este es el tema que se coloca en la teología. Porque también la Constitución sobre la revelación no es aún acogida en la Iglesia. Tenemos todavía mucho que hacer para apropiar el Concilio.