Comienza hoy la recta final del Adviento, y la súplica de la Iglesia se hace aún más intensa.
Recordamos aquí una bella práctica de la Liturgia Católica, hoy bastante olvidada.
Entre las Antífonas que, del 17 al 24 de diciembre, resuenan en los Oficios de Adviento, las más solemnes [se rezan con el Magnificat, en las Vísperas] son las llamadas “Grandes Antífonas”, o “Antífonas O” [Oh], por empezar todas con esa aclamación. Son como las últimas explosiones de las fervientes plegarias del Adviento, y los últimos y más apremiantes llamamientos de la Iglesia al suspirado Mesías.
Según Amalario de Metz, estas Antífonas son de origen romano, y probablemente datan del siglo VII. Fueron, en un principio, siete, ocho, nueve y a veces hasta diez y más; pero desde San Pío V se fijó en siete su número. En cada una llámase al Mesías con un nombre distinto. Han sido vaciadas todas en un mismo molde literario y traducidas a una misma melodía musical, siendo, bajo ambos aspectos, composiciones clásicas.
Antiguamente, al menos en las abadías, después del Abad y del prior, las entonaban por su orden: el monje jardinero, el mayordomo, el tesorero, el preboste y el bibliotecario, en atención a la afinidad que creían hallar entre cada uno de esos títulos y sus respectivos cargos. Servíanse de viejos cantorales, iluminados con miniaturas y perfiles simbólicos. Todo este aparato y el significado mismo de las Antífonas, llevaban al rezo de las Vísperas de estos días a numerosos fieles, que mezclaban sus voces con las del clero y así disponían progresivamente sus corazones para las alegrías de la Navidad.
Las letras iniciales de estas Antífonas (Sapientia, Adonai, Radix, Clavis, Oriens, Rex, Emmanuel), invertidas, forman un ingenioso acróstico de dos palabras: ERO CRAS (estaré mañana), que es como la respuesta atenta del Divino Emmanuel a esos siete llamamientos de la Iglesia.
Aquí las antífonas cantadas por Scott Turkington:
Antífona 1
Antífona 2
Antífona 3
Antífona 4
Antífona 5
Antífona 6
Antífona 7
Tomado de “La Flor de la Liturgia” del P. Andrés Azcárate
Recordamos aquí una bella práctica de la Liturgia Católica, hoy bastante olvidada.
Entre las Antífonas que, del 17 al 24 de diciembre, resuenan en los Oficios de Adviento, las más solemnes [se rezan con el Magnificat, en las Vísperas] son las llamadas “Grandes Antífonas”, o “Antífonas O” [Oh], por empezar todas con esa aclamación. Son como las últimas explosiones de las fervientes plegarias del Adviento, y los últimos y más apremiantes llamamientos de la Iglesia al suspirado Mesías.
Según Amalario de Metz, estas Antífonas son de origen romano, y probablemente datan del siglo VII. Fueron, en un principio, siete, ocho, nueve y a veces hasta diez y más; pero desde San Pío V se fijó en siete su número. En cada una llámase al Mesías con un nombre distinto. Han sido vaciadas todas en un mismo molde literario y traducidas a una misma melodía musical, siendo, bajo ambos aspectos, composiciones clásicas.
Antiguamente, al menos en las abadías, después del Abad y del prior, las entonaban por su orden: el monje jardinero, el mayordomo, el tesorero, el preboste y el bibliotecario, en atención a la afinidad que creían hallar entre cada uno de esos títulos y sus respectivos cargos. Servíanse de viejos cantorales, iluminados con miniaturas y perfiles simbólicos. Todo este aparato y el significado mismo de las Antífonas, llevaban al rezo de las Vísperas de estos días a numerosos fieles, que mezclaban sus voces con las del clero y así disponían progresivamente sus corazones para las alegrías de la Navidad.
Las letras iniciales de estas Antífonas (Sapientia, Adonai, Radix, Clavis, Oriens, Rex, Emmanuel), invertidas, forman un ingenioso acróstico de dos palabras: ERO CRAS (estaré mañana), que es como la respuesta atenta del Divino Emmanuel a esos siete llamamientos de la Iglesia.
Aquí las antífonas cantadas por Scott Turkington:
Antífona 1
Antífona 2
Antífona 3
Antífona 4
Antífona 5
Antífona 6
Antífona 7
Tomado de “La Flor de la Liturgia” del P. Andrés Azcárate