El Card. Hoyos aunque no ha recibido la notificación oficial de su culminación de labores por parte del Papa Benedicto XVI, él ya sabe que su trabajo en la Pontificia Comisión Ecclesia Dei se termina hoy, siendo que mañana completa 80 años, edad en que los presidentes de las pontificias comisiones terminan su servicio en la Curia Romana.
Y ahora, ¿a qué piensa dedicarse?
Voy a terminar un libro que empecé a preparar sobre el antiguo rito gregoriano y varias conferencias y seminarios sobre ese tema. Y volveré al trabajo en las parroquias, que es lo más gratificante.
¿Y dónde va a vivir?
Seguiré acá en el Vaticano. Sigo siendo cardenal, lo que pasa es que ya no tengo que 'marcar tarjeta'. Seguiré en Roma, pero tendré más tiempo para ir a Colombia.
¿Y cómo se siente?
Feliz de que el Señor me haya permitido llegar con buena salud a esta edad. Me siento feliz de los proyectos que saqué adelante. No pienso en el cuarto de hora pasado, pienso en el cuarto de hora que viene. Uno no se jubila cuando está comprometido con Cristo.
¿Y cuáles fueron esos proyectos?
En Ecclesia Dei me propuse tres cosas y las pude cumplir. Primero, que todos los sacerdotes del mundo pudieran celebrar la misa libremente, que se liberara el rito antiguo sin oponer lo nuevo y sin que fuera obligatorio. Segundo, hacer conocer la riqueza de ese rito, y tercero, levantar la excomunión de los obispos lefebvrianos y acercarlos de nuevo a la la Iglesia.
¿Cómo terminó el escándalo por este último tema?
Fue transitorio, pero hizo mucho daño. A ellos (los lefebvrianos) los excomulgaron porque fueron ordenados sin permiso, no por otra cosa. Cuando se levantó la excomunión aparecieron las declaraciones, equivocadas, de monseñor Williamson, quien negó el holocausto nazi. Pero una cosa no tuvo que ver con otra.
En ese momento se especuló que las relaciones con el Papa se fraccionaron...
¡Para nada! Mis relaciones con el Santo Padre han sido muy buenas siempre y siguen siendo así.
¿Qué le faltó hacer?
Ver que todo el mundo se convierta, que vaya a misa y se confiese; que todos los hogares sean bendecidos por Dios.
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Fuente: El Tiempo