quarta-feira, 31 de dezembro de 2008
Te Deum
Te Deum laudamus: te Dominum confitemur.
Te æternum Patrem omnis terra veneratur.
Tibi omnes Angeli, tibi Cæli, et universæ Potestates: Tibi Cherubim et Seraphim incessabili voce proclamant: Sanctus, Sanctus, Sanctus Dominus Deus Sabaoth.
Pleni sunt cæli et terra majestatis gloriæ tuæ.
Te gloriosus Apostolorum chorus, Te Prophetarum laudabilis numerus, Te Martyrum candidatus laudat exercitus.
Te per orbem terrarum sancta confitetur Ecclesia, Patrem immensæ majestatis: Venerandum tuum verum et unicum Filium: Sanctum quoque Paraclitum Spiritum. Tu Rex gloriæ, Christe.
Tu Patris sempiternus es Filius, Tu, ad liberandum suscepturus hominem, non horruisti Virginis uterum.
Tu, devicto mortis aculeo, aperuisti credentibus regna cælorum. Tu ad dexteram, Dei sedes, in gloria Patris. Iudex crederis esse venturus.
(Ao versículo seguinte, todos se inclinam) Te ergo quæsumus, tuis famulis subveni, quos pretioso sanguine redemisti.
Æterna fac cum Sanctis tuis in gloria munerari.
Salvum fac populum tuum, Domine, et benedic hereditati tuæ.
Et rege eos, et extolle illos usque in æternum.
Per singulos dies benedicimus te; Et laudamus Nomen tuum in sæculum, et in sæculum sæculi.
Dignare, Domine, die isto sine peccato nos custodire.
Miserere nostri domine, miserere nostri.
Fiat misericordia tua, Domine, super nos, quemadmodum speravimus in te.
In te, Domine, speravi: non confundar in æternum.
V. Benedicamus Patrem, et Filium, cum Sancto Spiritu.
R. Laudemus, et superexaltemus eum in sæcula.
V. Benedictus es, Domine, in firmamento cæli.
R. Et laudabilis, et gloriosus, et superexaltatus in sæcula.
V. Domine, exaudis orationem meam.
R. Et clamor meus ad te veniat.
V. Dominus vobiscum.
R. Et cum spiritu tuo.
Oremus.
Deus, cujus misericordiæ non est numerus, et bonitatis infinitus est thesaurus: + piissimæ maiestati tuæ pro collatis donis gratias agimus, tuam semper clementiam exorantes; * ut, qui petentibus postulata concedis, eosdem non deserens, ad præmia futura disponas. Per Christum Dominum nostrum. Amen
segunda-feira, 29 de dezembro de 2008
Aumenta o número de Missas em Rito Gregoriano nos Estados Unidos.
Vários padres celebram nas paróquias americanas em ambas as formas do rito, vários bispos celebram eles mesmos na "forma extraordinária", os institutos que preservam a tradição litúrgica romana são geralmente recebidos com os braços abertos: Fraternidade Sacerdotal São Pedro, Instituto de Cristo Sumo Sacerdote, etc.
Este gráfico publicado pela Coalition Ecclesia Dei - uma associação que promove a missa tradicional - representa o número de missas tradicionais celebradas todos os domingos nos Estados Unidos (estatísticas de novembro de cada ano).
Nota-se uma progressão desde 1988. O uso do Missal do Beato João XXIII se tornou quase normal. Há de se destacar algo inerente a este fenômeno, isto é, o fato de que o número de vocações sacerdotais é muito maior nas dioceses onde se aplica o Motu Proprio Summorum Pontificum.
Fonte: L'Affaire du Motu Proprio
Mons. Guido Marini y la liturgia papal
Y los cambios no terminan aquí. En esta delicada partida, tiene a su lado un monseñor joven (43 años) y “sutil” como Guido Marini, licenciado en derecho canónico. Desde hace catorce meses es el maestro de las celebraciones litúrgicas pontificias. Ha sustituido al obispo Piero Marini, quien ha estado por años al lado de Juan Pablo II. Sacerdote genovés modesto, un poco tímido, pero con las ideas claras y lúcidas. Un hombre piadoso, dulce y con una sonrisa desarmante que lo hace inmediatamente simpático. Ésta es una de sus primeras e inusuales entrevistas.
Monseñor Guido Marini, ¿quiénes han sido sus maestros?
Cuando ingresé al seminario, era arzobispo el cardenal Giuseppe Siri. He sido ordenado sacerdote por el cardenal Canestri. Siete años como secretario de Canestri y siete con el cardenal Dionigi Tettamanzi. El cardenal Tarcisio Bertone me ha nombrado responsable de la oficina de las escuelas de la arquidiócesis, director espiritual en el seminario donde enseñaba derecho canónico. Luego canciller de la curia y prefecto responsable de la catedral. Con el cardenal Tettamanzi he dado mis primeros pasos como ceremoniero.
“Liturgia, culmen de la vida de la Iglesia, tiempo y lugar de relación profunda con Dios”, como dice Benedicto XVI. ¿De dónde le ha venido este amor por la Liturgia?
Ha sido un amor juvenil en el sentido de que mi vocación tiene sus raíces en la liturgia; el amor por el Señor ha sido también amor por la liturgia como lugar de encuentro con el Señor. En Génova siempre ha habido un importante movimiento litúrgico.
Supongo que ha sido el cardenal Tarcisio Bertone, convertido en Secretario de Estado de la Santa Sede, quien propuso su nombre a Benedicto XVI.
Sí, la propuesta me ha llegado por medio del cardenal Bertone. “El Papa – me dijo – está pensando en tu nombre”.
Con el Papa bávaro, ¿estamos presenciando una operación de restyling litúrgico o algo más profundo?
Es algo más profundo en la línea de la continuidad, no de la ruptura. Hay un desarrollo en el respeto de la tradición.
Desde que usted ha llegado, ha habido cambios o correcciones. Algunos imperceptibles, otros más notorios.
El cambio es diversificado. Uno ha sido la colocación del crucifijo en el centro del altar para indicar que el celebrante y la asamblea de los fieles no se miran sino que miran juntos al Señor que es el centro de su oración. El otro aspecto es la Comunión distribuida por el Santo Padre a los fieles en la boca y de rodillas. Esto es para poner en evidencia la dimensión del misterio, la presencia viva de Jesús en la Santísima Eucaristía. También la actitud y la postura son importantes porque ayudan a la adoración y a la devoción de los fieles.
El Papa Benedicto es el primer Papa que no tiene la tiara en su escudo. Ha cambiado el palio de su inicio de ministerio apostólico y ha abandonado el característico báculo, del artista Scorzelli, donado por los milaneses a Pablo VI. Ese báculo en forma de cruz había sido usado también por el Papa Luciani y por Juan Pablo II. Papa Ratzinger ha elegido una férula. Una simple cruz.
Como usted dice, el báculo papal es la férula, la cruz sin el Crucificado, dándole un uso regular y habitual, y no sólo extraordinario. Junto a estas consideraciones, se ha impuesto una cuestión práctica, un báculo más ligero, y lo hemos encontrado en la sacristía papal.
Ya hemos mencionado la introducción del silencio en la Misa. En Roma, en el centro de la cristiandad, las liturgias se muestran en su espléndida solemnidad. Y la lengua de Cicerón, el latín, despunta sobre todas. Se piensa en anticipar el signo de la paz y en un saludo final distinto por parte del celebrante. La intención es recuperar plenamente el carácter no arbitrario del culto. La creatividad y espontaneidad como una amenaza...
No sería tan drástico y ni siquiera me gusta la expresión, usada por algunos, de “saneamiento litúrgico”. Es un desarrollo que valoriza ulteriormente lo que ha hecho ilustremente y por tantos años, como maestro de las celebraciones litúrgicas pontificias, mi predecesor, el obispo Piero Marini. Las cuestiones que usted menciona acerca del cambio del signo de la paz y otros asuntos no le competen a mi oficio sino a la Congregación para el Culto Divino y al nuevo prefecto, el cardenal Antonio Cañizares. Yo tengo el deber de esforzarme para que se realice, de un modo ejemplar, la unidad y la catolicidad de todos aquellos que participan en las celebraciones de la Santa Misa papal.
¿Cuándo veremos al Papa Benedicto celebrar la Misa en latín, según el rito romano extraordinario, el de San Pío V? El motu proprio, personalmente, lo he interpretado como un acto de liberalidad, de apertura, y no de cierre.
No lo sé. Muchos fieles se han servido de esta posibilidad. Decidirá el Papa, si lo cree oportuno.
En la Exhortación Apostólica Post-sinodal sobre la Liturgia, Joseph Ratzinger se ha detenido en muchos aspectos. Incluso ha propuesto que las iglesias estén dirigidas hacia Oriente, hacia la ciudad santa de Jerusalén. El Papa, un año atrás, ha celebrado la Misa en la Capilla Sixtina, de espaldas al pueblo. ¿Quién lo ha propuesto?
Lo he propuesto yo. La Capilla Sixtina es un cofre de tesoros. Parecía forzado alterar la belleza, construyendo un palco artificial, postizo. En el rito ordinario, éste celebrar “de espaldas al pueblo” es una modalidad prevista. Pero lo subrayo: no se da las espaldas a los fieles sino que celebrante y fieles se dirigen juntos hacia el único punto que importa que es el crucifijo.
“El Papa viste Cristo, no Prada” se ha leído en L’Osservatore Romano. El look de Benedicto XVI impresiona e intriga. Ornamentos, mitras, cruces pectorales, cátedras en las que se sienta, mucetas y estolas. Estamos frente a un Papa elegante. ¿Es una invención periodística?
Decir “elegante”, en el lenguaje de hoy, parecería significar un Papa que ama los aspectos exteriores y mundanos. Un ojo atento advierte que hay una búsqueda que une tradición y modernidad. No es la lógica de un inaceptable retorno al pasado sino un reequilibrio entre pasado y presente. Es la búsqueda, si se quiere, de la belleza y la armonía que son revelación del misterio de Dios.
¿Qué cosas veremos en Camerún y Angola? Las liturgias africanas son pintorescas, populares, hay allí una totalidad que se expresa incluso con la danza, los tambores. Usted será puesto a prueba...
(Ríe). Recién ahora estamos preparando el viaje. Buscaremos poner juntamente lo que vale para todos con las tradiciones locales. Con su sola presencia, el Papa refiere a la Iglesia una, santa, católica. Encontraremos la síntesis entre lo que une a la Iglesia en el rito romano y los aspectos típicos, las sensibilidades culturales. Inculturación de la fe y de la liturgia, y dimensión universal.
La liturgia es un sedimento, un patrimonio milenario. El Misal está entretejido de citas de la Biblia y de los Padres de la Iglesia de Oriente y de Occidente. Salmos responsoriales, oraciones o colectas, el sacramentario que es la parte central de la Misa. Es un patrimonio inviolable. ¿Usted consulta al Papa cada vez que hay una celebración? ¿Qué tipo de comunicación hay?
Muy sencillo. El Papa es consultado en las cosas relevantes y antes de una celebración tiene todos los textos. Por lo general, le enviamos notas escritas y él responde por escrito, de su puño.
Usted está haciendo una experiencia fuerte y extraordinaria. ¿Hay episodios que lo han tocado?
Sí, es una experiencia fuerte. Me ha impresionado el viaje del Papa a Estados Unidos. Siendo mi primer viaje internacional con el Santo Padre, estaba el sabor de la novedad. Un viaje emocionante por el afecto y la calidez, por el clima espiritual. Y me ha impresionado la entrega del palio a los metropolitanos, en junio. Un arzobispo metropolitano, de rodillas, se ha dirigido así al Papa: “Padre Santo, vengo de una diócesis en la que mi predecesor ha sufrido el martirio por la fe. Rece por mí para que también yo pueda ser un mártir”. He comprendido aún más qué significa ser Iglesia.
¿Hay gran sintonía, feeling, entre usted y el Papa?
De mi parte es absoluta.
Usted que tiene la suerte de estar cerca de él, ¿cómo definiría al Papa Benedicto XVI?
Combina una excepcional altura intelectual con una grandísima sencillez y dulzura. Es un trato característico de su figura espiritual y humana. Es una realidad que compruebo y toco con la mano. El hecho de estar cerca del Papa, de este Papa, es una gran gracia para mi sacerdocio.
Fuente: Il Tempo
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
quinta-feira, 25 de dezembro de 2008
MENSAGEM URBI ET ORBI DE SUA SANTIDADE BENTO XVI
«Apparuit gratia Dei Salvatoris nostri omnibus hominibus» (Tt 2, 11).
Amados irmãos e irmãs, com as palavras do apóstolo Paulo renovo o jubiloso anúncio do Natal de Cristo: sim, hoje, «manifestou-se a todos os homens a graça de Deus, nosso Salvador»!
Manifestou-se! Isto é o que a Igreja hoje celebra. A graça de Deus, rica em bondade e ternura, já não está escondida, mas «manifestou-se», manifestou-se na carne, mostrou o seu rosto. Onde? Em Belém. Quando? Sob César Augusto, durante o primeiro recenseamento a que alude também o evangelista Lucas. E quem é o revelador? Um recém-nascido, o Filho da Virgem Maria. N’Ele manifestou-se a graça de Deus, Salvador nosso. Por isso, aquele Menino chama-Se Jehoshua, Jesus, que significa «Deus salva».
A graça de Deus manifestou-se: eis o motivo por que o Natal é festa de luz. Não uma luz total, como aquela que envolve todas as coisas em pleno dia, mas um clarão que se acende na noite e se difunde a partir de um ponto concreto do universo: da gruta de Belém, onde o Deus Menino «veio à luz». Na realidade, é Ele a própria luz que se propaga, como aparece bem representado em muitos quadros da Natividade. Ele é a luz, que, ao manifestar-se, rompe a bruma, dissipa as trevas e nos permite compreender o sentido e o valor da nossa existência e da história. Cada presépio é um convite simples e eloquente a abrir o coração e a mente ao mistério da vida. É um encontro com a Vida imortal, que Se fez mortal na mística cena do Natal; uma cena que podemos admirar também aqui, nesta Praça, tal como em inumeráveis igrejas e capelas do mundo inteiro e em toda a casa onde é adorado o nome de Jesus.
A graça de Deus manifestou-se a todos os homens. Sim, Jesus, o rosto do próprio Deus-que-salva, não Se manifestou somente para poucos, para alguns, mas para todos. É verdade que, no casebre humilde e pobre de Belém, poucas pessoas O encontraram, mas Ele veio para todos: judeus e pagãos, ricos e pobres, de perto e de longe, crentes e não crentes… todos. A graça sobrenatural, por vontade de Deus, destina-se a toda a criatura. Mas é preciso que o ser humano a acolha, pronuncie o seu «sim», como Maria, para o coração seja iluminado por um raio daquela luz divina. Os que acolheram o Verbo encarnado, naquela noite, foram Maria e José, que O esperavam com amor, e os pastores, que vigiavam durante a noite (cf. Lc 2, 1-20). Foi, portanto, uma pequena comunidade que acorreu a adorar Jesus Menino; uma pequena comunidade que representa a Igreja e todos os homens de boa vontade. Também hoje, aqueles que na vida O esperam e procuram, encontram Deus que por amor Se fez nosso irmão; quantos têm o coração voltado para Ele, desejam conhecer o seu rosto e contribuir para instaurar o seu reino. Di-lo-á o próprio Jesus na sua pregação: são os pobres em espírito, os aflitos, os mansos, os famintos de justiça, os misericordiosos, os puros de coração, os obreiros da paz, os perseguidos por causa da justiça (cf. Mt 5, 3-10). Estes reconhecem em Jesus o rosto de Deus e regressam, como os pastores de Belém, renovados no coração pela alegria do seu amor.
Irmãos e irmãs que me escutais, a todos os homens se destina o anúncio de esperança que constitui o coração da mensagem de Natal. Para todos nasceu Jesus e, como em Belém Maria O ofereceu aos pastores, neste dia a Igreja apresenta-O à humanidade inteira, para que toda a pessoa e cada situação humana possa experimentar a força da graça salvadora de Deus, a única que pode transformar o mal em bem, a única que pode mudar o coração do homem e torná-lo um «oásis» de paz.
Possam experimentar a força da graça salvadora de Deus as numerosas populações que vivem ainda nas trevas e nas sombras da morte (cf. Lc 1, 79). Que a Luz divina de Belém se difunde pela Terra Santa, onde o horizonte parece tornar-se a fazer escuro para os israelitas e os palestinianos, difunda-se pelo Líbano, o Iraque e todo o Médio Oriente. Torne fecundos os esforços de quantos não se resignam com a lógica perversa do conflito e da violência e privilegiam pelo contrário o caminho do diálogo e das negociações para se harmonizar as tensões internas nos diversos Países e encontras soluções justas e duradouras para os conflitos que atormentam a região. Por esta Luz que transforma e renova, anelam os habitantes do Zimbábue, em África, oprimidos há demasiado tempo por uma crise política e social que, infelizmente, continua a agravar-se, coma também os homens e as mulheres da República Democrática do Congo, especialmente na martirizada região do Kivu, do Darfour, no Sudão, e da Somália, cujos infindáveis sofrimentos são uma trágica consequência da falta de estabilidade e de paz. Por esta Luz esperam sobretudo as crianças dos países referidos e de todo os outros em dificuldade, a fim de que seja devolvida a esperança ao seu futuro.
Onde a dignidade e os direitos da pessoa humana são espezinhados; onde os egoísmos pessoais ou de grupo prevalecem sobre o bem comum; onde se corre o risco de habituar-se ao ódio fratricida a à exploração do homem pelo homem; onde lutas internas dividem grupos e etnias e dilaceram a convivência; onde o terrorismo continua a percutir; onde falta o necessário para sobreviver; onde se olha com apreensão para um futuro que se vai tornando cada vez mais incerto, mesmo nas Nações do bem-estar: lá resplandeça a Luz do Natal e encoraje todos a fazerem a própria parte, com espírito de autêntica solidariedade. Se cada um pensar só nos próprios interesses, o mundo não poderá senão caminhar para a ruína.
Amados irmãos e irmãs, hoje «manifestou-se a graça de Deus Salvador» (cf. Tt 2, 11), neste nosso mundo, com as suas potencialidades e as suas debilidades, os seus progressos e as suas crises, com as suas esperanças e as suas angústias. Hoje refulge a luz de Jesus Cristo, Filho do Altíssimo e filho da Virgem Maria: «Deus de Deus, Luz da Luz, Deus verdadeiro de Deus verdadeiro. Por nós, homens, e para nossa salvação desceu dos Céus». Adoramo-Lo hoje, em cada ângulo da terra, envolvido em faixas e reclinado numa pobre manjedoura. Adoramo-Lo em silêncio enquanto Ele, ainda infante, parece dizer-nos para nossa consolação: não tenhais medo, «Eu sou Deus e não há outro» (Is 45, 22). Vinde a Mim, homens e mulheres, povos e nações. Vinde a Mim, não temais! Vim trazer-vos o amor do Pai, mostrar-vos o caminho da paz.
Vamos, pois, irmãos! Apressemo-nos, como os pastores na noite de Belém. Deus veio ao nosso encontro e mostrou-nos o seu rosto, rico em misericórdia! A sua graça não seja vã para nós! Procuremos Jesus, deixemo-nos atrair pela sua luz, que dissipa a tristeza e o medo do coração do homem; aproximemo-nos com confiança; com humildade, prostremo-nos para O adorar. Feliz Natal para todos!
Texto disponível também em Alemão, Espanhol, Francês, Inglês e Italiano
Fonte: Santa Sé
quarta-feira, 24 de dezembro de 2008
FELIX NATIVITAS - FELIZ NATAL - BUON NATALE - HAPPY CHRISTMAS - HEUREUX NOËL - FELIZ NAVIDAD - FROHE WEIHNACHTEN
ANÚNCIO DO NASCIMENTO DO SALVADOR
KALENDA EM LATIM E PORTUGUÊS
Octavo Kalendas ianuarii. Luna vicesima septima.
Innúmeris transáctis sæculis a creatióne mundi, quando in princípio Deus creávit cælum et terram et hóminem formávit ad imáginem suam;
Permúltis étiam sæculis, ex quo post dilúvium Altíssimus in núbibus arcum posúerat, signum fœderis et pacis;
A migratióne Abrahæ, patris nostri in fide, de Ur Chaldæórum sæculo vigésimo primo;
Ab egréssu pópuli Israël de Ægypto, Moyse duce, sæculo décimo tértio;
Ab unctióne David in regem, anno círciter millésimo;
Hebdómada sexagésima quinta, juxta Daniélis prophetíam;
Olympíade centésima nonagésima quarta;
Ab Urbe cóndita anno septingentésimo quinquagésimo secúndo;
Anno impérii Caésaris Octaviáni Augústi quadragésimo secúndo;
Toto Orbe in pace compósito, Iesus Christus, ætérnus Deus æterníque Patris Fílius, mundum volens advéntu suo piíssimo consecráre, de Spíritu Sancto concéptus, novémque post conceptiónem decúrsis ménsibus, in Béthlehem Iudæ náscitur ex María Vírgine factus homo:
Natívitas Dómini nostri Iesu Christi secúndum carnem.
***
Vinte e Cinco de Dezembro. Vigésima sétima lua.
Tendo transcorrido muitos séculos desde a criação do mundo,
Quando no princípio Deus tinha criado o céu e a terra e tinha feito o
Homem à sua imagem;
E muitos séculos de quando, depois do dilúvio, o Altíssimo tinha feito resplandecer o arco – íris, sinal da Aliança e da Paz;
Vinte séculos depois da partida de Abraão, nosso pai na fé, de Ur dos Caldeus;
Treze séculos depois da saída de Israel do Egipto, sob a guia de Moisés;
Cerca de mil anos depois da unção de David como rei de Israel;
Na sexagésima quinta semana, segundo a profecia de Daniel;
Na época da centésima nonagésima quarta Olimpíada;
No ano setecentos e cinquenta e dois da fundação da cidade de Roma;
No quadragésimo segundo ano do Império de César Otaviano Augusto;
Quando em todo o mundo reinava a paz, Jesus Cristo, Deus Eterno e Filho do Eterno Pai, querendo santificar o mundo com a sua vinda, tendo sido concebido por obra do Espírito Santo, tendo transcorrido nove meses, nasce em Belém da Judeia da Virgem Maria, feito homem:
Natal de Nosso Senhor Jesus Cristo segundo a natureza humana.
MARTIROLÓGIO ROMANO
terça-feira, 23 de dezembro de 2008
Entrevista de L’Osservatore Romano a Monseñor Guido Marini, Maestro de las celebraciones litúrgicas pontificias
Estamos a las puertas de la Navidad. ¿Qué significa esto para la vida litúrgica de la Iglesia?
Las celebraciones litúrgicas del tiempo de Navidad, comenzando por la Misa de la noche, conducen a los fieles a la contemplación del misterio de la Encarnación, el misterio de nuestra salvación. La Iglesia se detiene a contemplar, una vez más, el rostro de Aquel que es el único Salvador del mundo. Frente al misterio de la Encarnación, todo debe llevar a suscitar estupor: las palabras, los gestos, los silencios, los signos, la música, el canto, el rito en su totalidad. No puede no despertar asombro, de hecho, el acontecimiento del Hijo de Dios que se hace niño por nosotros y por nuestra salvación. Allí se hace presente la extraordinaria belleza del misterio del Señor y de su Amor rico de infinita misericordia. Él es el Dios con nosotros.
Para muchos, tal vez, el nacimiento de Jesús es sólo un hecho que pertenece al pasado.
No se trata sólo de un hecho del pasado sino de un hecho que hoy se hace presente y vivo en la celebración litúrgica. Precisamente por esto, la Navidad se caracteriza por la alegría.
De la Liturgia a la vida: ¿cómo vivir esta necesaria relación?
Con el bagaje de la propia vida se entra en la liturgia y de la liturgia se vuelve a la vida profundamente renovados. El encuentro con el misterio de Dios, cuando es auténtico, no puede más que llevar a un cambio de la existencia. Es importante, desde este punto de vista, que el rito resplandezca luminoso y, por tanto, capaz de implicar a todos en el misterio celebrado. No se trata de hacer cosas nuevas sino de hacer de un modo nuevo lo que la Iglesia nos invita a realizar en el gesto ritual. Aquí está la gran tarea de cada liturgia ejemplarmente celebrada y realmente vivida. Si esto ocurre, se realiza verdaderamente la participación activa de todos porque no sólo todos toman parte en la celebración sino que también permanecen activa y espiritualmente implicados a fin de entrar en la acción de Cristo y de la Iglesia y crecer en santidad.
¿Hay algo particular para subrayar en las celebraciones navideñas presididas por Benedicto XVI?
Este año, la bella escultura de madera policromada, que representa a la Virgen en el trono con el Niño bendiciendo, será colocada junto al altar de la confesión a partir de la noche de Navidad y hasta el día de la Epifanía, y no sólo en la solemnidad de la Santísima Madre de Dios. Se ha querido subrayar así que el tiempo de Navidad es también un tiempo mariano. La Santa Virgen no distrae del misterio del Hijo de Dios que se hace hombre sino que, por el contrario, ayuda a comprenderlo en el significado más autentico.
Es quizá oportuno destacar el tiempo de preparación a la celebración: el alternarse de lecturas, oraciones y música ayuda a disponer el ánimo de todos los presentes al clima de adecuado recogimiento. En el mismo sentido deben entenderse las indicaciones, señaladas en los libros litúrgicos, de un breve tiempo de silencio previsto después de la homilía del Santo Padre y después de la distribución de la Santa Comunión. Se trata de breves pausas que ayudan al recogimiento y la oración, especialmente para asimilar el don de la Palabra de Dios escuchada y el don de la Eucaristía del cual nos alimentamos.
Vayamos a la noche de Navidad y a la bendición Urbi et Orbi
Como ya se hizo en los años pasados, está prevista una breve vigilia de preparación a la Santa Misa de la noche. Este año, sin embargo, la vigilia será enriquecida con el canto de la Kalenda, que ya no está prevista dentro de la celebración eucarística. El antiguo texto de la Kalenda que anuncia el nacimiento histórico del Salvador, en consecuencia, será el último acto de la vigilia antes que se comience la procesión de entrada.
El martirologio romano prevé el canto de la Kalenda en el día de la vigilia de Navidad en la conclusión de las Laudes o de una hora menor de la Liturgia de las Horas. En este sentido, la colocación de la Kalenda al final de la vigilia de oración parece más acorde a su naturaleza.
En el canto del Gloria, en cambio, después de la entonación del Santo Padre, sonarán las campanas con el acompañamiento del órgano pero no se hará el habitual rito de homenaje floral de los niños, en representación de varios continentes. Este homenaje ha sido trasladado al final de la celebración eucarística, cuando el Pontífice se dirija al pesebre para colocar la imagen del Niño Jesús.
En cuanto a la bendición Urbi et Orbi, el Santo Padre no usará capa pluvial. Se ha preferido optar por la muceta con la estola tratándose de una bendición solemne que no comporta un rito particular.
El año pasado, en la Capilla Sixtina, para la fiesta del Bautismo del Señor, el Papa ha celebrado en el altar antiguo. ¿También este año se prevé lo mismo?
Sí, también este año será utilizado el altar propio de la Capilla Sixtina. Se celebrará nuevamente en el altar antiguo para no alterar la belleza y la armonía de esta joya arquitectónica, preservando su estructura desde el punto de vista celebrativo y usando una posibilidad contemplada por la normativa litúrgica. Esto significa que, en algunos momentos, el Papa se volverá junto con los fieles hacia el Crucifijo, subrayando así también la correcta orientación de la celebración eucarística: la orientación al Señor. Por lo demás, la celebración tendrá el desarrollo habitual y el Santo Padre administrará el sacramento del Bautismo a trece niños.
Y para terminar, ¿algún otro detalle?
Tal vez sea útil recordar que las lenguas elegidas para las lecturas y para las intenciones de la oración de los fieles quieren reflejar la participación de personas provenientes de diversos países del mundo. Al mismo tiempo, el latín usado en la celebración expresa la unidad y la catolicidad, aún en la diversidad lingüística de los participantes.
Además, al canto de las Vísperas del último día del año seguirá, también esta vez, la exposición del Santísimo Sacramento con el canto del Te Deum de acción de gracias y la Bendición Eucarística, significando la centralidad de la adoración en la vida de la Iglesia.
Por otro lado, en la Misa del primero de enero tomarán parte, en la presentación de los dones y en la lectura de las intenciones de la oración de los fieles, algunos niños y adultos provenientes del Líbano.
Por último, para la solemnidad de la Epifanía, el Santo Padre usará una casulla romana de Pablo VI, como ya ha hecho en alguna otra celebración, para acentuar una vez más el necesario equilibrio en el uso litúrgico de cosas nuevas y cosas antiguas.
Fuente: L’Osservatore Romano
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
segunda-feira, 22 de dezembro de 2008
O discurso de fim de ano do Papa à Cúria Romana: "não sou um pop star e o Dia Mundial da Juventude não é um festival de rock"
Em seu discurso, o papa analisou em profundidade, os eventos que caracterizaram sua missão e a missão da Igreja no decorrer de 2008 como, por exemplo, o Dia Mundial da Juventude (DMJ) de Sydney, em julho, e o Sínodo dos Bispos sobre a "Palavra de Deus na vida e na missão da Igreja", realizado em outubro passado, no Vaticano. Além disso, o Santo Padre ressaltou a necessidade de uma "ecologia do homem", ou seja, uma ecologia que respeite a natureza do ser humano, criado por Deus, homem e mulher.
O papa recordou ainda, os 40 anos de publicação da encíclica Humanae vitae e os 30 anos da morte de Paulo VI, autor desse documento do magistério, além do início do Ano Paulino, e suas viagens apostólicas aos Estados Unidos e à França.
De todos os eventos recordados, Bento XVI destacou, em particular, o DMJ de Sydney e o Sínodo dos Bispos, realizado em outubro, no Vaticano. "O fenômeno do DMJ foi objeto de várias análises que se esforçam para entender a cultura juvenil"_ sublinhou o pontífice, acrescentando
"Contudo _ prosseguiu o papa _ a alegria de Sydney, diferente da que se vê num show de rock, não aparece nessas análises. Os 200 mil jovens de Sydney não incomodaram a cidade, não provocaram violências e não usaram drogas. Isso porque foi uma festa que iniciou com um caminho de fé, que teve como símbolo a cruz."
O Sínodo dos Bispos sobre a Palavra de Deus também manifestou uma profunda ligação entre Bíblia e Espírito Santo. "O Sínodo demonstrou que na Igreja existe também hoje, um Pentecostes" _ lembrou o pontífice, agradecendo as participações no Sínodo, do Rabino Cohen e do patriarca ecumênico de Constantinopla, Bartolomeu I.
"Entendemos que os livros bíblicos foram redigidos em determinadas épocas e fazem da Bíblia um livro proveniente de um tempo passado. Vimos que sua mensagem não permanece no passado nem pode ficar fechada em si mesma: Deus, fala sempre no presente, e ouviremos plenamente a Bíblia somente quando descobrirmos este presente de Deus, que nos chama agora" _ frisou o Santo Padre.
O papa ressaltou em seu discurso a alegria, tipicamente cristã, que deve acompanhar a missão da Igreja no mundo. "O espírito missionário da Igreja é um impulso a comunicar a alegria que nos foi dada. Que ela seja sempre viva em nós e se irradie no mundo, em nossas tribulações. É o que desejo a todos vocês neste fim de ano" _ finalizou o papa.
domingo, 21 de dezembro de 2008
Uwe Michael Lang traccia l'evoluzione storica della lingua liturgica nel rito romano
Uwe Michael Lang
L'unità culturale e politica del mondo mediterraneo fu un fattore provvidenziale nella diffusione della fede cristiana. In particolare, la diffusione della lingua greca nei centri urbani dell'Impero Romano favorì l'annuncio del Vangelo. Il greco parlato a Oriente e Occidente non era l'idioma classico, bensì la koiné semplificata, il linguaggio comune delle varie nazioni della parte orientale del mondo mediterraneo: Grecia, Asia Minore, Siria, Palestina ed Egitto.
Nei primi due secoli si avvicendarono parecchi papi con nomi greci e le iscrizioni tombali cristiane erano composte in greco. Durante questo periodo, greca era anche la lingua comune della liturgia romana.
Lo spostamento verso il latino non cominciò a Roma, ma nell'Africa settentrionale, dove i convertiti al cristianesimo erano in maggioranza nativi di lingua madre latina piuttosto che immigrati greco parlanti. Verso la metà del terzo secolo questa transizione era molto avanzata: membri del clero romano scrivevano a Cipriano di Cartagine in latino; latina era anche la lingua in cui Novaziano compose il suo De trinitate e altre opere, citando una versione latina esistente della Bibbia. Nessun riferimento si fa qui alla cosiddetta Traditio Apostolica, attribuita a Ippolito da Roma, a causa dell'incertezza sulla data, sull'origine e sul vero autore.
Sembrerebbe che nella seconda metà del terzo secolo il flusso immigratorio dall'Oriente verso Roma diminuisse. Questo cambio demografico comportò un peso crescente dei nativi latino parlanti nella vita della Chiesa di Roma. Ciò nonostante il greco continuò ad essere usato nella liturgia romana, almeno a un certo livello, fino alla seconda metà del IV secolo; questo si evince da una citazione greca della preghiera eucaristica nell'autore latino Mario Vittorino, risalente al 360.
Intorno a quell'epoca, comunque, la transizione al latino era in fase molto avanzata; ciò risulta molto evidente da un autore altrimenti sconosciuto che scrive fra il 374 e il 382, il quale sostiene che la preghiera eucaristica a Roma si riferisce a Melchisedek come summus sacerdos - un titolo che ci suona familiare dal più tardo Canone della messa.
La più importante risorsa per la storia della prima liturgia latina è Ambrogio di Milano. Nel suo De sacramentis, una serie di catechesi per i neo battezzati tenute intorno al 390, egli cita estesamente la preghiera eucaristica usata a quell'epoca a Milano.
I passaggi citati sono le forme più antiche delle preghiere Quam oblationem, Qui pridie, Unde et memores, Supra quae, e Supplices te rogamus del Canone Romano.
Altrove, nel De sacramentis, Ambrogio sottolinea il suo desiderio di seguire l'uso della Chiesa romana in tutto; per questa ragione, possiamo ritenere con certezza che questa preghiera eucaristica fosse di origine romana.
Anche nei sermoni di Zeno, vescovo di Verona dal 362 al 372, ci sono tracce che attestano la diffusione geografica di questa forma originaria del Canone Romano.
La formulazione letterale delle preghiere citate da Ambrogio non è sempre identica al Canone che Gregorio Magno promulgò alla fine del VI secolo ed è giunto fino a noi con poche modifiche di scarso rilievo rispetto ai libri liturgici più antichi, specialmente il vecchio Sacramentario Gelasiano, risalente alla metà dell'VIII secolo, ma ritenuto eco di usi liturgici più antichi.
In ogni caso le differenze fra questi due testi sono di gran lunga inferiori alle loro somiglianze, dato che i quasi trecento anni intercorrenti fra di essi furono un periodo di intenso sviluppo liturgico.
Il passaggio dal greco al latino nella liturgia romana avvenne gradualmente e fu completato sotto il pontificato di Damaso I (366-384). Da allora in poi la liturgia a Roma fu celebrata in latino, con l'eccezione di poche reminiscenze dell'uso più antico, come il Kyrie eleison nell'Ordo e le letture in greco nella messa papale.
Stando a Ottato di Milevi, che scrive intorno al 360, c'erano più di quaranta chiese a Roma prima dell'editto di Costantino. Se questa informazione è vera, sarebbe ragionevole opinare che ci fossero comunità latino parlanti nel III secolo, se non prima, che celebravano la liturgia in latino, in particolare la lettura della Sacra Scrittura.
I Salmi erano stati cantati in latino sin dalle origini e l'antica versione usata nella liturgia aveva acquisito una tale aura di sacralità che Girolamo la corresse soltanto con molta cautela. In seguito egli tradusse il Salterio dall'ebraico non per uso liturgico, come disse, ma per fornire un testo agli studiosi e al dibattito. Christine Mohrmann suggerisce che la liturgia battesimale fosse tradotta in latino sin dal II secolo. Nessuna certezza si può avere su questi punti, ma è chiaro che ci fu un periodo di transizione e che esso fu lungo.
Mohrmann introduce una distinzione utile fra, primo, "testi di preghiera", dove la lingua è soprattutto un mezzo di espressione, secondo, testi "destinati a essere letti, l'Epistola e il Vangelo", e, terzo, "testi confessionali", come il credo. Nei testi di preghiera ci troviamo di fronte a modi di esprimersi; negli altri primariamente a forme di comunicazione.
Recenti ricerche su lingua e rito, come l'opera di Catherine Bell, confermano l'intuizione di Mohrmann che la lingua ha differenti funzioni in differenti parti della liturgia, che vanno oltre la mera comunicazione o informazione. Queste riflessioni teoretiche ci aiutano a capire lo sviluppo della prima liturgia romana: quelle parti in cui gli elementi di comunicazione erano prevalenti, come la lettura delle Scritture, furono tradotte prima, mentre la preghiera eucaristica continuò ad essere recitata in greco per un periodo molto più lungo.
La "sociolinguistica" - una disciplina accademica relativamente nuova - ci mette in guardia sul fatto che la scelta di una lingua rispetto a un'altra non è mai questione neutrale o trasparente. Di conseguenza è importante considerare il cambio dal greco al latino nella liturgia romana nei suoi contesti storici, sociali e culturali.
Gli storici dell'antichità hanno indicato che la formazione di lingua latina liturgica fece parte di uno sforzo a largo raggio di cristianizzazione della cultura e della civiltà romana.
Nella seconda metà del IV secolo i vescovi più influenti in Italia, soprattutto Damaso a Roma e Ambrogio a Milano, erano impegnati a cristianizzare la cultura dominante dei loro giorni. Nella città di Roma c'era una forte presenza pagana e specialmente l'aristocrazia continuava ad aderire ai vecchi costumi, anche se nominalmente erano divenuti cristiani. Roma non era più il centro del potere politico, ma la sua cultura continuava ad avere radici nella mentalità delle sue elites.
Il IV secolo è ora considerato un periodo di rinascimento letterario, con un rinnovato interesse per i "classici" della poesia e della prosa romane. Gli imperatori del IV secolo coltivarono questa Latinitas, e ci fu una riscoperta del latino anche ad Oriente. Con tenacia caratteristica, Roma mantenne le sue antiche tradizioni.
In relazione a ciò, i papi del tardo IV secolo promossero un progetto consapevole e comprensivo di appropriazione dei simboli della civiltà romana da parte della fede cristiana. Parte di questo tentativo fu l'appropriazione di spazio pubblico tramite impegnativi progetti edilizi. Dopo che gli Imperatori della dinastia di Costantino avevano dato il via con le monumentali basiliche del Laterano e San Pietro, come pure con le basiliche dei cimiteri fuori delle mura urbane, i papi continuarono questo programma edilizio che avrebbe trasformato Roma in una città dominata da chiese.
Il progetto più prestigioso fu la costruzione di una nuova basilica dedicata a San Paolo sulla Via Ostiense, sostituendo il piccolo edificio costantiniano con una nuova chiesa simile per dimensioni a San Pietro. Un altro aspetto importante fu l'appropriazione del tempo pubblico con un ciclo di feste cristiane lungo il corso dell'anno al posto delle celebrazioni pagane (vedi il calendario Filocaliano dell'anno 354). La formazione del latino liturgico fece parte di questo sforzo omnicomprensivo di evangelizzare la cultura classica.
Christine Mohrmann ravvisa in essa il fortuito combinarsi di un rinnovamento della lingua, ispirato dalla novità della rivelazione, e di un tradizionalismo stilistico fermamente radicato nel mondo romano. Il latino liturgico ha la gravitas romana ed evita l'esuberanza dello stile di preghiera dell'Oriente cristiano, che si ritrova anche nella tradizione gallicana. Questa non fu un'adozione della lingua "vernacola" nella liturgia, dato che il latino del Canone Romano, delle collette e dei prefazi della messa, fu rimosso dall'idioma della gente comune. Essa era una lingua fortemente stilizzata che difficilmente avrebbe capito un cristiano medio di Roma della tarda antichità, considerato specialmente che il livello di istruzione era molto basso rispetto ai nostri tempi. Inoltre lo sviluppo della Latinitas cristiana può avere reso la liturgia più accessibile alla gente di Milano o Roma, ma non necessariamente a coloro la cui lingua madre era il gotico, il celtico, l'iberico o il punico.
È possibile immaginare una Chiesa occidentale con lingue locali nella sua liturgia, come in Oriente, dove, in aggiunta al greco, erano usati il siriano, il copto, l'armeno, il georgiano e l'etiope.
Ad ogni modo la situazione in Occidente era fondamentalmente differente; la forza unificatrice del papato era tale che il latino divenne l'unica lingua liturgica. Questo fu un fattore importante per favorire la coesione ecclesiastica, culturale e politica.
Il latino liturgico fu sin dai primordi una lingua sacra separata dalla lingua del popolo; tuttavia la distanza divenne maggiore con lo sviluppo delle culture e delle lingue nazionali in Europa, per non menzionare i territori di missione.
"La prima opposizione al latino liturgico - ha scritto Christine Mohrmann - coincise con la fine del latino medievale come "seconda lingua viva", che fu rimpiazzato da una lingua veramente "morta", il latino degli umanisti. E l'opposizione dei nostri giorni al latino liturgico ha qualcosa a che fare con l'indebolimento dello studio del latino - e con la tendenza al "secolarismo"" ("The Ever-Recurring Problem of Language in the Church", in Études sur le latin des chrétiens, IV, Roma, 1977).
Il Concilio Vaticano II volle risolvere la questione estendendo l'uso del vernacolo nella liturgia, soprattutto nelle letture (Costituzione sulla Sacra Liturgia Sacrosanctum Concilium, art. 36, n. 2). Allo stesso tempo, esso sottolineò che "l'uso della lingua latina ... sia conservato nei riti latini" (Sacrosanctum Concilium, art. 36, n. 1; cfr anche art. 54). I Padri conciliari non immaginavano che la lingua sacra della Chiesa occidentale sarebbe stata rimpiazzata dal vernacolo.
La frammentazione linguistica del culto cattolico nel periodo post-conciliare si è spinta così oltre che la maggioranza dei fedeli oggi può a stento recitare un Pater noster insieme agli altri, come si può notare nelle riunioni internazionali a Roma o a Lourdes. In un'epoca contrassegnata da grande mobilità e globalizzazione, una lingua liturgica comune potrebbe servire come vincolo di unità fra popoli e culture, a parte il fatto che la liturgia latina è un tesoro spirituale unico che ha alimentato la vita della Chiesa per molti secoli. Infine, è necessario preservare il carattere sacro della lingua liturgica nella traduzione vernacola, come fa notare l'istruzione della Santa Sede Liturgiam authenticam del 2001.
©L'Osservatore Romano
sábado, 20 de dezembro de 2008
La liturgia entre innovación y Tradición
La crisis litúrgica que ha seguido al Concilio Vaticano II ha causado un cisma, con excomuniones latae sententiae, ha provocado incomodidades, polémicas, sospechas, acusaciones recíprocas. Y, tal vez, ha sido uno de los factores – uno, digo, no el único – que ha determinado la hemorragia de practicantes, incluso los de Misa festiva únicamente. Y bien, podrá parecer singular pero, en lo que a mí respecta, una tempestad así no ha disminuido sino más bien aumentado mi confianza en la Iglesia.
Trato de explicarme usando la primera persona singular, refiriéndome, por lo tanto, a una experiencia personal: una falta de modestia, según algunos; según otros, en cambio, el modo más simple para ser claros y directos. Ocurre, de hecho, que a pesar de la edad, no tengo más que un brevísimo recuerdo del culto “antiguo” de la Iglesia. Habiendo crecido en una familia agnóstica, educado en escuelas laicistas, descubrí el Evangelio – y, furtivamente, comencé a entrar en las iglesias como creyente y ya no sólo como turista – precisamente muy poco tiempo antes de la entrada en vigor de la reforma litúrgica que, en lo que a mí respecta, significaba solamente la “Misa en italiano”.
En definitiva, prendí la historia por el final. Sólo algunos meses después hube encontrado los altares dados vuelta, con el nuevo kitsch de pacotilla en compensación, aluminio, plástico, para sustituir el “triunfalismo” de los altares antiguos, a menudo realizados por maestros, con oro y mármoles preciosos. Pero ya desde hacía algún tiempo veía – sorprendido en mi inocencia de neófito – las guitarras en el lugar de los órganos, los jeans del vicario asomándose por debajo de los ornamentos que se querían “pobres”, las prédicas “sociales” con debate, la abolición de lo que llamaban “incrustaciones devocionalísticas” como la señal de la cruz con agua bendita, los reclinatorios, las velas, el incienso. Además constataba la desaparición de las estatuas de los santos populares,incluso de los confesionarios que, descubrí luego, se habían puesto de moda -en las casas “lujosas”- transformados en barras de bar.
Todo esto era realizado por clérigos que sólo hablaban de “democracia en la Iglesia” afirmando que ésta era reclamada por un “pueblo de Dios” al cual, sin embargo, no se preocupaban de consultar. El pueblo, se sabe, es “soberano”, debe ser respetado, más aún venerado, pero sólo si acepta los esquemas de la Nomenklatura, sea política, social o también religiosa. Si no está de acuerdo con quien tiene el poder de bajar línea debe ser reeducado según el esquema de la ideología triunfante en aquel momento. Para mí, que había apenas llamado a las puertas de la Iglesia muy contento de aceptar la stabilitas – tan atrayente y consoladora para quien no había conocido más que la precariedad del mundo –, esa devastación de un patrimonio milenario me tomaba de sorpresa y me parecía, más que moderna, anacrónica. Me parecía, sobre todo, vislumbrar un abuso de los sacerdotes contra la propia gente. La cual, por cuanto yo sabía, nada había pedido, no se había organizado en comités para la reforma, no había firmado cartas o cortado calles y caminos para terminar con el latín (“lengua clasista”, pero sólo según los intelectuales demagogos), o para tener de frente la cara del sacerdote durante toda la Misa, o para hacer lecciones políticas durante la liturgia, o para condenar como alienantes las prácticas de piedad que, por el contrario, les eran queridas como vínculo con los propios ancestros. La revuelta, en cambio, fue de algunos grupos de fieles - enseguida silenciados y tratados por los medios católicos como incorregibles nostálgicos, quizás un poco fascistas – reunidos bajo el lema, venido de Francia, “on nous change la réligion”, nos cambian la religión. En resumen, a pesar de ser querida por los paladines de la “democracia”, la reforma litúrgica (dejando de lado los contenidos, hablo ahora del método) fue la menos “democrática”, no consultó a los fieles del presente y rechazó lejos a los del pasado. ¿No es, tal vez, la Tradición, como ha sido dicho, la “democracia de los muertos”? ¿No es el “dar la palabra” a los hermanos que nos han precedido?
Antes aún, lo repito, del juicio de valor, se trató de una operación clerical de vértice, que fue bajada desde lo alto sobre el “pueblo de Dios”, habiendo sido pensada, realizada, impuesta a quien no la había pedido o, incluso, la aceptó con resistencia. Entre los fieles desorientados estuvo quien, no pudiendo hacer de otra manera, “votó con los pies”, en el sentido de emplearlos, los domingos, para alcanzar otras metas y no para ir a un culto que no sentía más suyo.
Pero, para aquel novicio que yo era respecto a las cosas católicas, había otro motivo de estupor. No habiendo tenido, antes, particulares intereses religiosos y siendo extraño a la vida de la Iglesia, sabía que estaba en curso el Vaticano II por algunos títulos de periódico, sin introducirme en la lectura de los artículos. Nada sabía, por lo tanto, de los trabajos y de los largos debates, con desencuentros entre escuelas contrapuestas, que habían conducido a la Sacrosanctum Concilium, la Constitución sobre la liturgia que fue el primer documento producido por aquella Asamblea conciliar. Junto a las otras actas conciliares, el texto lo leí “después”, cuando la fe irrumpió de improviso en mi vida. Leí, y como decía, quedé sorprendido: la revolución que veía en la práctica eclesial no parecía tener mucho que ver con el prudente reformismo recomendado por los Padres. Leía cosas como: “Se conservará el uso de la lengua latina en los ritos latinos, salvo derecho particular”; no encontraba ninguna recomendación de modificar la orientación del altar; no había nada que justificase la iconoclastia de cierto clero que provocaba la alegría de los anticuarios malvendiendo todo cuanto no hiciese la Iglesia desnuda y desadornada como un garaje. Lugar de asamblea participada, decían, de confrontación y de debate, no de culto alienante ni - ¡horror supremo! – insulto a la miseria del proletariado con el fulgor de los oros y la exhibición del arte.
En fin, no comprendía: los ultras de la democracia eclesial la desmentían, imponiendo los propios esquemas teóricos al “pueblo de Dios” sin ocuparse de lo que pensarían y aislando, ridiculizando a los disidentes. Y los ultras de la “fidelidad al Concilio” – y eran casi siempre las mismas personas – hacían lo que el Concilio no había dicho que se hiciera o incluso lo que recomendaba no hacer.
Desde entonces, han pasado décadas y ocurrió lo que bien sabe quien sigue la vida religiosa. Pues bien: lo que ha turbado a muchos, con frecuencia me ha afligido pero no ha afectado, lo decía al inicio, mi confianza en la Iglesia. No la ha afectado porque los abusos, las equivocaciones, las exageraciones, los errores pastorales han venido de hijos de la Iglesia y no de la Iglesia misma. Ésta, si se observa el Magisterio auténtico, aún en los sombríos “años de plomo”, no ha estado alejada de su et-et de siempre: renovación y tradición, innovación y continuidad, atención a la historia y conciencia del Eterno, comprensión del rito y misterio de lo sagrado, sentido comunitario y atención a cada uno, inculturación y catolicidad. Y, en lo que respecta al culmen, la Eucaristía: banquete fraterno, ciertamente; pero, al mismo tiempo, renovación real del Sacrificio de Cristo.
El documento conciliar sobre la liturgia – me refiero al verdadero, no al del mito – es una exhortación a la reforma (Ecclesia semper reformanda) pero no tiene ningún acento revolucionario. De hecho, encuentra buena parte de su inspiración en la meditada, y al mismo tiempo abierta, enseñanza de aquel gran papa que fue Pío XII. El cual, obviamente después de la Escritura, es la fuente más citada (más de doscientas referencias) por aquel Vaticano II que, según la leyenda negra, habría querido contraponerse precisamente a la Iglesia que él representaba. En muchos documentos oficiales que han seguido al Concilio hay, a veces, un poco de imprudencia pastoral, sobre todo en el exceso de confianza hacia un clero que se ha aprovechado, pero no hay relajación en los principios: los abusos han sido a menudo tolerados en la práctica pero condenados – y esto es lo que finalmente cuenta – a nivel magisterial. Lo peor que se ha hecho no se debe a variaciones de doctrina sino a “indultos” que han sido instrumentalizados. Por eso, ni yo ni muchos otros nos hemos desmoralizado incluso en los momentos y en los años más turbulentos: ha prevalecido la confianza de que las imprudencias pastorales serían corregidas, de que los anticuerpos eclesiales habrían de reaccionar como siempre, de que el “principio petrino” prevalecería finalmente.
La confianza, en fin, de que llegarían tiempos como los que describe en este libro don Nicola Bux, también él con el debido realismo y, a pesar de todo, con gran esperanza: el pasado reciente ha sido el que ha sido, los daños han sido muy grandes, alguna retaguardia de viejos ideólogos del progresismo aún se obstina con sus slogans, pero nada se ha perdido porque los principios están bien claros, no han sido afectados. El problema no es, ciertamente, el Concilio sino, más bien, su deformación: la salida de la crisis está en el retornar a la letra, y al espíritu, de sus documentos. Es necesario trabajar, nos recuerda también el autor de estas páginas, para descontaminar muchas mentalidades que – quizá sin siquiera darse cuenta – han sido desviadas, ayudándoles a recuperar lo que los alemanes llaman die katholische Weltanschauung, la perspectiva católica. Y uso el alemán no por casualidad, sabiendo todos de donde nos llega aquel Pastor que no ha esperado la elevación al papado para tejer sus pacientes tramas, como “humilde trabajador en la viña del Señor”. Si he puesto de relieve, con la cursiva, la referencia a la paciencia es porque es una de las claves interpretativas del magisterio de Benedicto XVI, como bien subraya también este libro.
Éstas son páginas que don Nicola Bux estaba bien preparado para escribir y por las cuales debemos estarle agradecidos: docente de teología y de liturgia en cátedras importantes, tiene una especial preparación en el culto divino del Oriente cristiano. Y precisamente esto, entre otras cosas, le permite advertir una enésima contradicción de los innovadores extremistas: “Los estudios comparativos demuestran que la Liturgia romana era mucho más cercana a la oriental en la forma preconciliar que en la actual”. Ciertos apóstoles del ecumenismo a ultranza han, en realidad, agravado los problemas del encuentro y del diálogo, alejándose de aquellas antiguas y gloriosas iglesias griegas, eslavas, armenias, coptas y así sucesivamente, para buscar complacer a los profesores de la tradición protestante oficial. La cual, a cinco siglos de la Reforma, parece ya agotada y está a menudo representada sólo por algún teólogo, casi sin séquito de pueblo, transportado a las playas del agnosticismo y del ateísmo o a aquellas de pentecostales y carismáticos de infinitos grupos y sectas donde cada uno se inventa sus ritos según el gusto del momento, en un caos que sería del todo impropio definir litúrgico.
El proyecto del autor de estas páginas ha partido del deseo de explicar – refutando equívocos y errores – las motivaciones y los contenidos del motu proprio Summorum Pontificum con el que el Papa Ratzinger, conservando un solo rito para la celebración de la Misa, ha permitido dos formas: la ordinaria, surgida de la reforma litúrgica, y la extraordinaria, según el misal de 1962 del beato Juan XXIII. Para dar cuerpo a su proyecto, don Bux podía basarse no sólo en su preparación de estudioso sino también en su experiencia de trabajo en comisiones y oficinas de la Curia Romana. Un “experto”, entonces, no sólo un especialista y un docente. Se ha dado cuenta, sin embargo, que no era posible afrontar la cuestión controvertida del “retorno de la Misa en latín” (nos expresamos así para simplificar) sin referirse antes a la perspectiva teológica, y por lo tanto también litúrgica, de Joseph Ratzinger y, luego, a la cuestión del culto cristiano y católico en general. Ha nacido así este libro – pequeño y denso – que une historia y actualidad, teología y crónica, y que puede servir a quien “ya sabe” de estas cosas para profundizar y reflexionar, y al laico que “no sabe” para darse cuenta de la importancia, del desarrollo, de la belleza de aquel objeto misterioso que es para él la liturgia que, aún no siendo practicante, se cruza en momentos fundamentales para él o para aquellos que están cerca.
Como declara él mismo, con solidaridad respetuosa y afectuosa, la perspectiva teológica y pastoral de don Nicola Bux es la misma de Joseph Ratzinger, a quien mira como maestro no sólo desde ahora. Maestro, también, en la práctica de dos virtudes indispensables: la paciencia, como decía, y la prudencia. Una prudencia donde hay lugar para la renovación pero sin olvidar nunca la Tradición, y para la cual el cambio no interrumpe la continuidad. Ecclesia non facit saltus: el Vaticano II es aquí escuchado y aplicado como merece, pero en su verdadera intención, la de la actualización y profundización, sin discontinuidad con la entera historia de la doctrina católica. Estas páginas nos ayudan también a reencontrar aquel sentido de lo Sagrado que el culto expresa: en la acción litúrgica no basta entender, en el sentido iluminista, por lo tanto no bastan las traducciones en “lengua vulgar”, sino que es necesario redescubrir que ella es principalmente el lugar de encuentro con el Dios vivo.
Hay que rehacer una mentalidad, nos recuerda este especialista que bien conoce el “mundo”. Pero las condiciones, según parece, están: hoy son frecuentemente los jóvenes quienes redescubren, con una admiración que se convierte en pasión, los tesoros de los que se enriquece el cofre de la Iglesia. Son aquellos jóvenes que se amontonaban en torno al papa polaco, el gran carismático, y que ahora se amontonan en torno a este papa bávaro del que – bajo los modos amables y sencillos – intuyen el sabio proyecto de “restauración”. Palabra que suena inquietante para algunos pero que, desde siempre, Joseph Ratzinger entiende en su sentido noble y necesario: la restauración de la Domus Dei después de una de las tantas tempestades de su historia. Un proyecto largamente meditado y que ahora Benedicto XVI está realizando con valor y, al mismo tiempo, con prudencia porque en él, como dice don Bux, obra “la paciencia del amor”. Amor por Dios y por Su Iglesia, ciertamente; pero también por el hombre post-moderno, para ayudarlo a redescubrir en el culto litúrgico el encuentro con Aquel que se ha definido “Camino, Verdad y Vida”.
Vittorio Messori.
Fuente: Nicola Bux, “La riforma di Benedetto XVI”
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
sexta-feira, 19 de dezembro de 2008
ESPANHA: BISPOS DENUNCIAM RISCO DE UM "NATAL SEM NATAL"
por De Andrade
Madri, 19 dez (RV) – Aproxima-se o Natal e os bispos espanhóis lançam um alarme pelo modo como a festa _ de puro caráter religioso _ está-se dissolvendo numa espiral consumista, que cancela sempre mais, no país, o profundo significado cristão do "aniversário" do nascimento de Cristo.
Numerosos prelados espanhóis manifestaram, nestes dias, sua preocupação com esse clima por demais "secularizado" que está descaracterizando o Natal, revelou o jornal ABC. Em Madri, Barcelona e outras tantas cidades da Espanha brilham as luzes e as guirlandas elétricas, com votos de Boas Festas. Quase ninguém mais diz "Feliz Natal" ou "Bom Natal", mas apenas "Boas Festas".
"Existe uma cultura secularizada que, com suas cores brilhantes e seus apelos consumistas, propõe um Natal sem Natal" _ bradou o bispo de Palencia, Dom José Ignacio Munilla Aguirre.
"A ausência de símbolos religiosos demonstra, por si só, um niilismo, uma descrença absoluta. O relativismo se manifesta no "nada". O grande engano _ afirmou o bispo _ é confundir o vazio interior com a neutralidade. Assim, no lugar dos tradicionais símbolos do Natal _ acusou Dom Munilla Aguirre _ pelas ruas das cidades, vê-se um festival de luzes formando figuras geométricas e desenhos surrealistas: decorações sugestivas e exuberantes, mas desprovidas de todo e qualquer significado e da mensagem do Natal" _ concluiu.
Para o bispo de Córdoba, Dom Juan José Asenjo Pelegrina, também os meios de comunicação alimentam essa atmosfera pagã que ameaça os valores do Natal, porque, freqüentemente, "difundem um modo de pensar e de agir que nada tem a ver com os autênticos valores humanos e cristãos". (AF)
Fonte: Radio Vaticano
THE CATHOLIC HERALD: EL LIBRO “DOMINUS EST” Y LA FORMA DE RECIBIR LA SAGRADA COMUNIÓN
Era 1969. Pablo VI era el Papa. La Congregación para el Culto Divino publicaba una Instrucción, “Memoriale Domini”, sobre el modo de recibir la Santa Comunión. Es una lectura muy interesante.
Después de referirse a la evolución de la recepción de la Comunión en la lengua como fruto de “una profundización en la comprensión de la verdad del Misterio Eucarístico, de su poder y de la Presencia de Cristo en el mismo”, la Instrucción declara que “este modo de distribuir la Santa Comunión debe ser conservado… no sólo porque tiene detrás siglos de tradición, sino especialmente porque expresa la reverencia de los fieles a la Eucaristía”.
“La costumbre no quita nada de la dignidad personal de aquellos que se acercan a este gran Sacramento: es parte de aquella preparación que se necesita para la recepción más fructuosa del Cuerpo del Señor”, decía la Instrucción.
También advertía: “Un cambio en un asunto de tanta trascendencia, que tiene sus bases en una tradición antiquísima y venerable, no afecta solamente a la disciplina. Conlleva ciertos peligros que pueden surgir del nuevo modo de administrar la Santa Comunión: el peligro de una pérdida de reverencia por el augusto Sacramento del Altar, el peligro de la profanación, el peligro de adulterar la doctrina verdadera”.
Y publicaba un sondeo de los obispos del mundo, que llevaba a concluir: “La gran mayoría de los obispos cree que la actual disciplina no debe ser cambiada, y que si lo fuera, el cambio sería ofensivo a los sentimientos y a la cultura espiritual de los mismos obispos y de muchos de los fieles”.
Por esta razón, agregaba: “El Santo Padre ha decidido no cambiar el modo existente de administrar la Santa Comunión a los fieles”. Pero entonces, y dado que la Comunión en la mano es prácticamente universal, y que las jóvenes generaciones prácticamente no conocen otra cosa, ¿qué es lo que sucedió?
Hubo una “laguna”. La Instrucción contenía la provisión para que las conferencias episcopales tomaran la decisión de permitir la Comunión en la mano en los lugares donde “prevaleciera el uso contrario”. En la década siguiente, esta “laguna” fue explotada.
Hoy, las advertencias de la Instrucción acerca de la pérdida de reverencia, de fe, e incluso la existencia de profanaciones del Santísimo Sacramento han sido – tristemente – confirmadas. Es tiempo de revisar la cuestión de la Comunión en la mano. Y esto es precisamente lo que un joven obispo de Asia Central ha hecho en “Dominus Est”.
El Obispo Athanasius Schneider, un especialista en los Padres de la Iglesia nombrado por el Papa Benedicto en el 2006, ha levantado su voz y ha realizado un llamado profético a la Iglesia occidental, para recordar la importancia, si no la necesidad, de retornar a la disciplina de la recepción de la Santa Comunión de rodillas y en la lengua.
Por supuesto, no hay dudas que – como atestigua la misma Memoriale Domini – es “verdad que el antiguo uso permitió en un momento a los fieles tomar el Divino Alimento con las manos y ponerlo ellos mismos en la boca”.
De este hecho se hizo gran ostentación en toda la década del ’70, al mismo tiempo que se hablaba de recibir la Santa Comunión como personas adultas, y no como niños. Se nos animaba a regresar a la pureza original de la práctica de la primera Iglesia; emergíamos de siglos de adiciones supuestamente corruptas en la forma en que practicábamos nuestro culto.
Sin embargo, en nuestro entusiasmo ignorábamos los datos que, como atestigua el Obispo Schneider, enseñan que el “desarrollo orgánico” de la práctica de recibir la Comunión en la lengua no es otra cosa que “el fruto de la espiritualidad y la devoción eucarística proveniente del tiempo de los Padres de la Iglesia”, y que la eliminación de la postura de rodillas para recibir la Santa Comunión fue un rasgo de la revuelta teológica protestante, tanto de Calvino como de Zwinglio.
De hecho, un experto de la altura de Klaus Gamber señala que la recepción de la Comunión en la mano “fue abandonada… del siglo quinto o sexto en adelante”.
La Iglesia, con el tiempo, acumula sabiduría. Su Sagrada Liturgia, desarrollada en la tradición, es un lugar privilegiado de esta misma sabiduría. Todos los liturgistas, salvo los más partidistas, reconocen hoy que muchas de las apresuradas decisiones tomadas con respecto a la reforma y práctica litúrgicas en los ’60 y ’70, estaban inficionadas de un “anticuarianismo” que fue ingenuo y hasta desequilibrado. Es tiempo de reconsiderar algunas – si no muchas – de aquellas decisiones, y de dar pasos decisivos para corregirlas donde sea necesario. La Comunión en la mano es uno de esos casos.
Para que no pensemos que este joven obispo – cuyo relato, en el primer capítulo del libro, sobre su formación en la piedad eucarística bajo la persecución comunista es un verdadero tesoro espiritual – eleva su voz en soledad, aclaremos que el libro lleva la aprobación de los superiores de la Congregación para el Culto Divino. El Cardenal Arinze, quien se retiró en este mes, afirma: “He leído con placer el libro completo. Es excelente”.
Y el Arzobispo Malcolm Ranjith, un verdadero profeta de la reforma litúrgica de Benedicto XVI, escribe en el prefacio: “Creo que es tiempo de evaluar cuidadosamente la práctica de la Comunión en la mano, y, si se ve necesario, abandonar lo que nunca fue pedido ni por la Sacrosanctum Concilium del Vaticano II, ni por los Padres Conciliares, sino que fue… ‘aceptado’ después de su introducción, como un abuso, en algunos países”.
Este pequeño libro, un breve pero intuitivo estudio de los Padres, la Iglesia primitiva, el Magisterio y los ritos litúrgicos de oriente y occidente, es capaz de crear una tormenta – no “dentro de una taza de té”, sino dentro de las mentes de aquellos excesivamente apegados a los fallidos cambios hechos a la liturgia en lo que sólo puede ser descripto como un período peculiar de la historia de la Iglesia.
Que llegue a provocar una tormenta es desafortunado, dado que la práctica por la que aboga es una práctica de amor y humildad, de la que no debiera rehuir ninguno de los que verdaderamente adoran a Cristo presente en el Santísimo Sacramento.
Pero quizá hoy sea necesario algo de controversia. Es probable que las generaciones futuras, sin embargo, se pregunten por qué tardamos tanto en darnos cuenta que es, realmente, el Señor, y por qué tardamos tanto en volver a comportarnos como corresponde.
Estamos en el 2008. El Papa es Benedicto XVI. El mismo Santo Padre ya reformó el modo de la recepción de la Santa Comunión en las Misas que él celebra. Sigamos su ejemplo. Está de acuerdo con la enseñanza del Papa Pablo VI.
Texto original: The Catholic Herald
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
quinta-feira, 18 de dezembro de 2008
TERRA SANTA: MAIS DE UM MILHÃO E MEIO DE PEREGRINOS EM 2008
A afluência dos turistas havia registrado uma queda vertiginosa nos últimos anos com o recrudescimento das violências entre palestinos e israelenses. O ano 2008 foi caracterizado por uma inversão de tendência na afluência de peregrinos.
Em declarações concedidas à agência católica AsiaNews, Frei Pizzaballa disse que este "é realmente um ano particular para todos: números jamais vistos, muito superior aos registrados no ano 2000.
quarta-feira, 17 de dezembro de 2008
Adviento en la música. Siete antífonas, para redescubrirlas a todas
por Sandro Magister
ROMA, 17 de diciembre de 2008 – Desde hoy hasta la vigilia anterior a la de Navidad, en el momento que se recita el Magnificat, en la oración de Vísperas del rito romano, se cantan siete antífonas, una por día, cada una de las cuales comienza con una invocación a Jesús, quien en este caso nunca es llamado por su nombre.
Este septenario es muy antiguo, se remite a la época del papa Gregorio Magno, alrededor del año 600. Las antífonas están en latín y se inspiran en textos del Antiguo Testamento que anuncian al Mesías.
Al comienzo de cada antífona, en ese orden diario, Jesús es invocado como Sabiduría, Señor, Raíz, Llave, Sol, Rey, Emmanuel. En latín: Sapientia, Adonai, Radix, Clavis, Oriens, Rex, Emmanuel.
Leídas a partir de la última, las iniciales latinas de esas palabras forman un acróstico: "Ero cras", es decir, "Será mañana". Es el anuncio del Señor que viene. La última antífona, que completa el acróstico, se canta el 23 de diciembre y al día siguiente, con las primeras vísperas, comienza la fiesta de Navidad.
Quien extrajo del olvido estas antífonas ha sido, inesperadamente, "La Civiltà Cattolica", la revista de los jesuitas de Roma que se edita con el control previo de la Secretaría de Estado vaticana.
Es inusitado también el puesto de honor otorgado al artículo que comenta las siete antífonas, escrito por el padre Maurice Gilbert, director de la sede de Jerusalén del Pontificio Instituto Bíblico. El artículo abre el número previo a Navidad de la revista, donde normalmente se publica el editorial.
En el artículo, el padre Gilbert comenta las antífonas una por una. Muestra las riquísimas referencias a los textos del Antiguo Testamento y destaca una particularidad: las tres últimas antífonas incluyen algunas expresiones que se explican únicamente a la luz del Nuevo Testamento.
La antífona "O Oriens" del 21 de diciembre incluye una clara referencia al "Benedictus", el cántico de Zacarías inserto en el capítulo 1 del Evangelio de san Lucas: "Nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombras de muerte".
La antífona "O Rex" del 22 de diciembre incluye un pasaje del himno a Jesús del capítulo 2 de la epístola de san Pablo a los Efesios: "El que de dos [es decir, judíos y paganos] ha hecho una sola cosa".
La antífona "O Emmanuel" del 23 de diciembre se concluye al final con la invocación "Dominus Deus noster": una invocación exclusivamente cristiana, porque solamente los seguidores de Jesús reconocen en el Emmanuel a su Señor y Dios.
Aquí entonces, inmediatamente a continuación, los textos íntegros de las siete antífonas, en latín y traducidas, resaltando las iniciales que forman el acróstico "Ero cras" y, entre paréntesis, las principales referencias al Antiguo y al Nuevo Testamento:
I – 17 de diciembre
O SAPIENTIA, quae ex ore Altissimi prodiisti, attingens a fine usque ad finem fortiter suaviterque disponens omnia: veni ad docendum nos viam prudentiae.
Oh Sabiduría que sales de la boca del Altísimo (Eclesiástico 24, 3), te extiendes hasta los confines del mundo y dispones todo con suavidad y firmeza (Sabiduría 8, 1): ven a enseñarnos el camino de la prudencia (Proverbios 9, 6).
II – 18 de diciembre
O ADONAI, dux domus Israel, qui Moysi in igne flammae rubi apparuisti, et in Sina legem dedisti: veni ad redimendum nos in brachio extenso.
Oh Señor (Éxodo 6, 2 Vulgata), guía de la casa de Israel, que apareciste ante Moisés en la zarza ardiente (Éxodo 3, 2) y en el Monte Sinaí le diste la Ley (Éxodo 20): ven a liberarnos con brazo poderoso (Éxodo 15, 12-13).
III – 19 de diciembre
O RADIX Iesse, qui stas in signum populorum, super quem continebunt reges os suum, quem gentes deprecabuntur: veni ad liberandum nos, iam noli tardare.
Oh Raíz de Jesé, que te elevas como bandera de los pueblos (Isaías 11, 10), callan ante ti los reyes de la tierra (Isaías 52, 15) y las naciones te invocan: ven a liberarnos, no tardes (Habacuc 2, 3).
IV – 20 de diciembre
O CLAVIS David et sceptrum domus Israel, qui aperis, et nemo claudit; claudis, et nemo aperit: veni et educ vinctum de domo carceris, sedentem in tenebris et umbra mortis.
Oh Llave de David (Isaías 22, 22), cetro de la casa de Israel (Génesis 49, 10), que abres y nadie puede cerrar; que cierras y nadie puede abrir: ven, libera de la cárcel al hombre prisionero, que yace en tinieblas y en sombras de muerte (Salmo 107, 10.14).
V – 21 de diciembre
O ORIENS, splendor lucis aeternae et sol iustitiae: veni et illumina sedentem in tenebris et umbra mortis.
Oh Sol que naces de lo alto (Zacarías 3, 8; Jeremías 23, 5), esplendor de la luz eterna (Sabiduría 7, 26) y sol de justicia (Malaquías 3, 20): ven e ilumina a quien yace en tinieblas y en sombras de muerte (Isaías 9, 1; Evangelio según san Lucas 1, 79).
VI – 22 de diciembre
O REX gentium et desideratus earum, lapis angularis qui facis utraque unum: veni et salva hominem quel de limo formasti.
Oh Rey de los gentiles (Jeremías 10, 7), esperado por todas las naciones (Ageo 2, 7), piedra angular (Isaías 28, 16) que reúnes en uno a judíos y paganos (Epístola a los Efesios 2, 14): ven y salva al hombre que has creado usando el polvo de la tierra (Génesis 2, 7).
VII – 23 de diciembre
O EMMANUEL, rex et legifer noster, expectatio gentium et salvator earum: veni ad salvandum nos, Dominus Deus noster.
Oh Emmanuel (Isaías 7, 14), nuestro rey y legislador (Isaías 33, 22), esperanza y salvación de los pueblos (Génesis 49, 10; Evangelio según san Juan 4, 42): ven a salvarnos, oh Señor Dios nuestro (Isaías 37, 20).
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La revista en la que se publicó el artículo del padre Maurice Gilbert, "Le antifone maggiori dell'Avvento": La Civiltà Cattolica
Traducción en español de José Arturo Quarracino, Buenos Aires, Argentina.
También disponible el artículo en: Italiano, English, Français
Aqui as partituras
Aqui as antífonas cantadas por Scott Turkington:
Antífona 1
Antífona 2
Antífona 3
Antífona 4
Antífona 5
Antífona 6
Antífona 7
Fontes: Chiesa e New Liturgical Movement
terça-feira, 16 de dezembro de 2008
Festa da Imaculada Conceição nos 150° aniversário das aparições de Lourdes promovida em Roma pelo Instituto de Cristo Rei Sumo Sacerdote
Como ato de justiça, publicamos algumas notícias e fotos da Festa da Imaculada Conceição nos 150° aniversário das aparições de Lourdes promovida em Roma por este Instituto que foi elevado a direito pontifício.
Eis o que nos diz o site do ICRSS:
M. le chanoine Joseph Luzuy a organisé une procession en l'honneur de Notre-Dame dans les rues de Rome le 8 décembre à l'occasion de la fête de l'Immaculée Conception. Cette fête est célébrée en Italie comme il se doit car c'est un jour férié. Voici quelques photographies de cette belle procession suivie par de très nombreux fidèles. Nul doute que de nombreuses grâces ont été obtenues de notre Mère du Ciel en cette belle soirée romaine!
E agora o site do New Liturgical Movement:
On December 8, Feast of the Immaculate Conception, Institute of Christ the King Sovereign Priest organized a candlelight Marian procession through the very heart of Rome for the closing of the Lourdes Jubilee year. Lead by Canon Joseph Luzuy, the procession began at the Church of Jesus and Mary (Chiesa Gesu e Maria), which serves as the church of the Institute’s apostolate in Rome. A very large crowd of more than a 1000 faithful then filed down the Via del Corso, an avenue which serves as a main artery to the center of the city, to Chiesa Santa Maria in Aquiro (Piazza Capranica), where the plenary indulgence for the Lourdes Jubilee was made available to the faithful (Chiesa Giubulare). It was here in this church that the image of Our Lady of Lourdes was publicly offered for the veneration of the faithful for the first time in Italy.
Félicitation Mgr. Gilles Wach!