domingo, 21 de junho de 2009

Declaraciones del Cardenal Antonio María Rouco en la Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús


"Vivimos hoy un momento grave, y vamos a renovar la consagración al Corazón de Cristo de una nación con una historia impregnada de cristianismo, más que otros países de Europa. Volveremos a pedirle al Señor por la fe de España, por la fe de los españoles, para que no la pierdan; para que vivan con esperanza".

"El padre Bernardo Hoyos va a ser beatificado pronto, y las apariciones a él del Sagrado Corazón tienen mucha solidez. Queremos que eso resuene como una nota de la especial Providencia de Cristo con respecto a España, la gran nación misionera de la Iglesia en la Edad Moderna. Tenemos confianza en esa especial Providencia, que no permitirá que la apostasía se extienda, se consume, sino al contrario. Tenemos la esperanza de una nueva primavera de la Iglesia en España, con repercusiones en la Iglesia universal. Vemos que están surgiendo nuevas realidades de grupos, de personas, de carismas que todavía no han mostrado una eficacia deslumbrante, y que pueden parecer sólo florecillas. Pero son ya más que brotes verdes. ¡Son un jardín que empieza a florecer! Y muchos jóvenes vienen a conocer esas flores de la nueva vida".

"En el postconcilio hubo un declive de la espiritualidad del Sagrado Corazón. Iba unida a prácticas de religiosidad popular, que al no encajar fácilmente con las reformas litúrgicas, se fueron dejando. También afectó la crisis del matrimonio y de la familia. El Corazón de Jesús estaba muy metido en la vida de las familias españolas, que se consagraban a Él, como recordaban las placas en las puertas de las casas.

Algunos vincularon el Sagrado Corazón a ciertas fórmulas de piedad melosas, dulzonas... Esas deformaciones se dieron, pero también existía una veta profundamente enraizada, sobre todo, en la espiritualidad ignaciana. Más aún, hubo un movimiento que intentó recuperar y renovar, en clave del nuevo marco teológico y espiritual abierto por el Concilio Vaticano II, la teología del Sagrado Corazón de Jesús. En Toulouse, se celebró, en 1981, un Congreso, en el que tuvo una ponencia muy famosa el entonces cardenal Ratzinger. Y hubo grupos de fieles muy activos en España. La devoción se mantuvo viva, pero ahora está adquiriendo nueva fuerza, creo que por la necesidad que tenemos de experimentar la gracia de Cristo en un mundo tan atomizado, tan fracturado..."

"La devoción al Sagrado Corazón de Jesús ha estado siempre unida a la piedad eucarística. En el sacrificio eucarístico, se actualiza el momento en el que, del corazón de Cristo, salen sangre y agua. Y en el sagrario existe esa presencia real de Cristo eucarístico. La misma explicación de la instauración del sacramento de la Eucaristía, de que el Señor se humille, hasta convertirse en las sustancias del pan y del vino a disposición del hombre, que Lo puede profanar, que Lo puede ofender, es expresión de esa verdad increíble de que Dios se entrega de una forma en que la humillación no puede ser mayor. Lo inerme de la acción de Dios no puede quedar más al descubierto. Se pone en nuestras manos, y en las manos del sacerdote, en primer lugar, porque es el ministro que hace posible la renovación del sacrificio eucarístico y la adoración permanente al Señor en la Eucaristía. Por tanto, es el máximo protagonista de ese amor al Sagrado Corazón de Jesús, y el máximo responsable de que esa espiritualidad, que está en lo más hondo del sacramento de la Eucaristía, sea de provecho para los fieles, para que puedan ir a beber a las fuentes de la salvación... Podríamos hablar de la identidad eucarística del sacerdote. El sacerdote se define por la Eucaristía, básicamente, por su relación con la Eucaristía.

El Papa ha pedido, además, a los sacerdotes que se coloquen en una situación de tensión, de vocación a la santidad sacerdotal, y que ahonden en la vivencia del misterio de la comunión de la Iglesia y estudien a fondo el Concilio Vaticano II, que no puede entenderse en clave de ruptura, sino de continuación y renovación de una tradición viva que se hace vida nueva, se hace presentación nueva, en este momento dado de la Iglesia. Y termina el Papa pidiendo que el sacerdote viva misioneramente su vocación; que se identifique, primero, en su interior y personalmente, y que se identifique también externamente, para ser testigo misionero del Evangelio. Un sacerdocio propuesto y vivido así, con la figura ideal del santo Cura de Ars, embebido de la devoción al Corazón de Jesús, es lo que nos propone hoy el Papa. La relación entre el Año Sacerdotal y la consagración de España al Corazón de Jesús no puede ser más estrecha..."



Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús por Su Majestad el Rey Alfonso XIII, el 30 de mayo de 1919 en el Cerro de los Ángeles

“Corazón de Jesús Sacramentado, Corazón del Dios Hombre, Redentor del Mundo, Rey de Reyes y Señor de los que dominan:España, pueblo de tu herencia y de tus predilecciones, se postra hoy reverente ante este trono de tus bondades que para Tí se alza en el centro de la península. Todas las razas que la habitan, todas las regiones que la integran, han constituido en la sucesión de los siglos y a través de comunes azares y mutuas lealtades esta gran patria española, fuerte y constante en el amor a la Religión y en su adhesión a la Monarquía.

Sintiendo la tradición católica de la realeza española y continuando gozosos la historia de su fe y de su devoción a Vuestra Divina Persona, confesamos que Vos vinisteis a la tierra a establecer el reino de Dios en la paz de las almas, redimidas por Vuestra Sangre y en la dicha de los pueblos que se rijan por vuestra santa Ley; reconocemos que tenéis por blasón de Vuestra Divinidad conceder participación de Vuestro Poder a los Príncipes de la tierra y que de Vos reciben eficacia y sanción todas las leyes justas, en cuyo cumplimiento estriba el imperio del orden y de la paz.

Vos sois el camino seguro que conduce a la posesión de la vida eterna: luz inextinguible que alumbra los entendimientos para que conozcan la verdad y principio propulsor de toda vida y de todo legítimo progreso social, afianzándose en Vos y en el poderío y suavidad de vuestra gracia, todas las virtudes y heroísmos que elevan y hermosean el alma.

Venga, pues, a nosotros tu Santísimo Reino, que es Reino de justicia y de amor. Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de la Ciencia y de las Letras, y en nuestras leyes e instituciones patrias.Gracias, Señor, por habernos librado misericordiosamente de la común desgracia de la guerra, que tantos pueblos ha desangrado; continuad con nosotros la obra de vuestra amorosa providencia.Desde estas alturas que para Vos hemos escogido, como símbolo del deseo que nos anima de que presidáis todas nuestras empresas, bendecid a los pobres, a los obreros, a los proletarios todos para que en la pacifica armonía de todas las clases sociales, encuentren justicia y caridad que haga más suave su vida, mas llevadero su trabajo.Bendecid al Ejército y a la Marina, brazos armados de la Patria, para que en la lealtad de su disciplina y en el valor de sus armas sean siempre salvaguardia de la Nación y defensa del Derecho. Bendecidnos a todos los que aquí reunidos en la cordialidad de unos mismos santos amores de la Religión y de la Patria, queremos consagraros nuestra vida, pidiéndoos como premio de ella el morir en la seguridad de Vuestro Amor y en el regalado seno de Vuestro Corazón Adorable. Así sea.”

Fuente: Fraternidad de Cristo Sacerdote y Santa María Reina