sexta-feira, 12 de junho de 2009

Sólo el Sacrificio hace posible el banquete


de don Nicola Bux y don Salvador Vitiello

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - En la homilía de la Solemnidad del Corpus Christi 2009, el Santo Padre Benedicto XVI ha llamado de nuevo la atención de toda la Iglesia sobre el riesgo de la "secularización" también entre los fieles, e incluso entre el Clero, y ha afirmado la relación entre sacrificio y banquete, en la Eucaristía.

El Papa ha afirmado: “celebrando la Pascua con los suyos, el Señor en el misterio anticipó el sacrificio que se habría consumido el día después sobre la cruz. La institución de la Eucaristía se nos presenta así como anticipación y aceptación por parte de Jesús de su muerte. Escribe sobre ello san Efrén Siro: ‘Durante la cena, Jesús se inmoló así mismo; en la cruz Él fue inmolado por los otros’”.

Hoy es más urgente que nunca, con vistas a una recuperación de la dimensión de lo sagrado tan necesario en Europa, ayudar a todos los fieles a comprender o recordar la universal dimensión sacrifical de la liturgia eucarística. Sin ceder a la religiosidad "pagana" pre-cristiana, sino más bien, favoreciendo una correcta comprensión del sacrificio expiatorio de Cristo Señor, el cual se ofreció a si mismo por nosotros y por nuestra salvación.

Es necesario recordar a todos los partidarios de la reducción de la Santa Misa a banquete, como esto es únicamente la consecuencia del Sacrificio. Sin la muerte de Cristo en la Cruz, los hombres nunca habrían podido llegar a ser "comensales de Dios", ni habrían podido vivir una comunión incluso física con Él, por medio de la Comunión eucarística, que es anticipación de la condición de resucitados, capaz de superar los vínculos del espacio y tiempo.

En este sentido no se debe nunca contraponer la dimensión sacrifical a la de la "cena del Señor”, pues sencillamente la primera es la misma condición de posibilidad de la segunda. ¡No hay "cena" sin Sacrificio!

El Santo Padre ha afirmado además: “Hoy existe el riesgo de una secularización que se introduce también en el interior de la Iglesia, que puede traducirse en un culto eucarístico formal y vacío, en celebraciones a las que les falta aquella participación del corazón que se expresa en la veneración y respeto de la liturgia. Siempre es fuerte la tentación de reducir la oración a momentos superficiales y apresurados, dejándose dominar por las actividades y por las preocupaciones terrenales”.

La correcta comprensión de la Eucaristía como Sacrificio pone al amparo de dichas superficiales interpretaciones y, sobre todo, la deseada recíproca fecundación entre la forma ordinaria y aquella extraordinaria del único rito latino, podrá, en el tiempo, permitir, también a nivel litúrgico, esa "recuperación teológica" hoy más necesaria que nunca. Porque "con la Eucaristía el cielo viene sobre la tierra, el mañana de Dios desciende al presente y el tiempo es como abrazado por la eternidad divina".