Las palabras de Benedicto XVI en Carpineto Romano parecen dedicadas a quienes miran al Vaticano con hostilidad creciente.
«En una época de áspero anticlericalismo y de encendidas manifestaciones contra el Papa, supo guiar y sostener a los católicos mediante una participación constructiva, rica en contenidos, firme sobre los principios y capaz de una apertura... Un Papa muy anciano, pero sabio y de amplias miras, pudo introducir en el siglo XX a una Iglesia rejuvenecida, con la actitud precisa para afrontar los nuevos desafíos. Era un Papa aún política y físicamente prisionero en el Vaticano, pero en realidad, con su Magisterio, representaba a una Iglesia capaz de afrontar sin complejos las grandes cuestiones del mundo contemporáneo».
Cambiando «siglo XX» por «siglo XXI», y entendiendo la palabra prisionero no como tuvo lugar realmente tras la apropiación por la nueva Italia de los Estados Pontificios (desde 1870 hasta el Tratado de Letrán de 1929), sino como el aislamiento al que los adversarios de Benedicto XVI, dentro y fuera de la Iglesia, querrían condenar al Papa, el párrafo anterior parecería poder resumir las características de los cinco años de pontificado de Joseph Ratzinger.
Pero son palabras de él mismo en el homenaje que rindió a León XIII en el bicentenario de su nacimiento, en Carpineto Romano, a pocos kilómetros al sur de Roma. Allí se desplazó el Papa este domingo, como hicieron en su día Pablo VI y Juan Pablo II, y los vecinos de la localidad y sus alrededores demostraron, con su acogida masiva, que la soledad de Benedicto XVI sólo está en la imaginación de quienes quieren obstaculizar su labor.
Por ejemplo, quienes en el Reino Unido llevan meses intentando que fracase su inminente visita a Inglaterra y Escocia (16 a 19 de septiembre), y airean en estos días encuestas que hablan de un interés en ella de «sólo» una tercera parte de los británicos... cuando los católicos se sitúan en torno a un 10% de la población.
Tres condiciones necesarias
El Papa dijo misa en Carpineto Romano y posteriormente regresó a Castelgandolfo, donde rezó el Angelus como es habitual todos los domingos.
En su homilía, Benedicto XVI señaló también «tres condiciones necesarias» para la fe: «Amar a Jesucristo más que a ninguna otra persona y más que a la propia vida, tomar la propia cruz y seguirle, y renunciar al apego a todos los bienes». Y señaló la importancia de la oración para lograr estos tres objetivos: «Sin la unión interior con Dios, no podemos hacer nada», afirmó el Papa.
Fuente: Religión en Libertad