quinta-feira, 30 de abril de 2009

Ranjith arzobispo de Colombo y no se excluye la birreta cardenalicia en un próximo consistorio


Ya está decidido y la publicación del nombramiento podría ser hecha pública ya el sábado próximo: monseñor Albert Malcolm Ranjith Patabendige Don, actual secretario de la Congregación para el Culto Divino, deja por segunda vez la Curia romana para volver a Sri Lanka. Será nombrado arzobispo de Colombo y no se excluye, para él, la birreta cardenalicia en un próximo consistorio.

Obispo auxiliar de Colombo en 1991, en noviembre de 1995 se le asignó la diócesis de Ratnapura. Seis años después, en octubre de 2001, el Papa Wojtyla lo nombró secretario adjunto de la Congregación de Propaganda Fide, guiada por el cardenal Crescenzio Sepe. Los dos no estuvieron muy de acuerdo y así, de sorpresa, en abril de 2004, Ranjith – que no pertenecía al servicio diplomático de la Santa Sede – fue nombrado nuncio apostólico en Indonesia y Timor Oriental. El prelado, bien conocido por el entonces cardenal Ratzinger, consideró el alejamiento como un injusto castigo. Por eso, nadie se sorprendió de que Benedicto XVI, pocos meses después de la elección, en diciembre de 2005, lo volviese a llamar a Roma como secretario de Culto Divino.

Todos pensaban que, al momento de la renuncia del entonces Prefecto, el cardenal nigeriano Francis Arinze, le habría tocado tomar el puesto a su segundo. Considerado por sus adversarios demasiado cercano a los tradicionalistas y a los lefebvristas, también a causa de alguna entrevista con tonos poco medidos, Ranjith ha visto irse la posibilidad de la sucesión de Arinze (aún si el nombre del actual Prefecto, el purpurado español Antonio Cañizares Llovera, estaba entre aquellos sugeridos por él), y ahora es alejado por segunda vez de la Curia romana. Su presencia en la primera línea de la frontera asiática será importante porque allí se juega un desafío decisivo para la Iglesia. Pero es difícil no considerar el nombramiento un promoveatur ut amoveatur.

Se confirma, de este modo, que la liturgia es un ámbito delicadísimo, escenario de “batallas” entre diversos enfoques. Y es significativo que el Papa Ratzinger haya decidido confiar el diálogo con los lefebvristas no a la Congregación para el Culto sino a la de Doctrina de la Fe. Desde el final de la semana pasada, el Cardenal Cañizares está internado en el Policlínico Gemelli por una tromboflebitis (el diario español ABC ha dado la noticia). El stress de las últimas semanas, ligado a la designación del sucesor de Ranjith, ha agravado las consecuencias. El purpurado, que se está recuperando bien, deberá permanecer en el hospital por dos semanas más y, por lo tanto - si bien el nombramiento de Ranjith a Colombo se hará público el sábado -, difícilmente será anunciado al mismo tiempo su sucesor, sobre cuyo nombre se juega una difícil partida en los sagrados palacios. Será, con toda probabilidad, un obispo anglófono. Se trata de un nombramiento delicadísimo y bien ponderado: el nuevo secretario tendrá, de hecho, un papel clave para poder contribuir a pacificar finalmente el “campo de batalla” litúrgico, realizando a pequeños pasos, con moderación pero también con determinación, aquella “reforma de la reforma” litúrgica tan deseada por Benedicto XVI: sin inútiles nostalgias por el pasado ni estériles formalismos, mirando al futuro en el surco trazado por el Concilio Vaticano II y corrigiendo con paciencia, al mismo tiempo, las deformaciones y abusos litúrgicos. En los últimos años, los secretarios de Culto se han alternado con una frecuencia que no tiene precedentes en los otros dicasterios curiales. Muchos desean que, esta vez, la elección sea bien ponderada y el elegido tenga frente a sí un tiempo suficiente para ambientarse y colaborar eficazmente con el Prefecto Cañizares y con el Papa.

Texto original: Sacri Palazzi
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo